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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL FARERO


Félix fue farero. Durante años. Una vida al servicio general. Sonia es dentista. Miguel, bombero. Tantos oficios. Tantas personas. Realizan una función social imprescindible. No son de izquierda ni de derecha en su vida profesional. Gente buena y necesaria que dejan la ideología en la percha de su casa y respetan la bondad de su oficio.

Parece que los magistrados del Tribunal Constitucional forman una casta distinta. Se han convertido en prolongación espuria de la clase politica. Estos son de mi “butre”, que decíamos los chiquillos de la vieja Onuba. Los tuyos, en tu cuerda. Al final, la justicia en manos de la casta gobernante. Se han pasado a Montesquieu, tropecientas mil veces, por el forro de sus arbitrariedades.

El artículista se pregunta cómo se califica a la persona que en Guatemala dice una cosa y otra distinta cuando se encuentra en Guatepeor. La respuesta es sencilla: cínico, hipócrita, mentiroso, desvergonzado, incoherente,... De la misma manera que a quienes por delante te sonríen y por detrás te despellejan, se les califica de infames, desleales, traicioneros,... y así un extenso catálogo de epítetos que rechinarían los oídos (que no las conciencias pues de éstas carecen) de esta jauría, con perdón.

José Antonio Alonso, que otrora ejerció como magistrado-juez, que fue ascendido por el deócrata Zapatero a los cielos ministeriales y, en la actualidad, hace las veces de  portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, siempre temió el romance del PP con el PNV.  "El PP ha decidido entregarse al PNV", llegó a excretar el señor Alonso. Se lamentaba el justiciero, aquejado de una gripe cornamental, del romance de ambas formaciones. -Con lo bien que el PSOE se entendía con los seguidistas de D. Sabino Arana, lloriqueaba mientras se mesaba los cabellos que ya empiezan a ralear. Encima, se desesperaba, el partido de Urkullu y de Ibarreche, el de Arzalluz y Eguíbar, se hace amiguito del de Rajoy y Esperanza.
 
Tal el berrinche, tamaña la reacción. La primera, procurar la boda de conveniencia de Patxi López con Antonio Basagoiti. La segunda, ofrecerse, tentador, a los nacionalistas a fin de arrebatar a Erkoreka de los brazos de Soraya y de Cospedal. La tercera, entregarles en bandeja de plata la cabeza de Mayor Oreja. La cuarta, escenificar la farsa del rechazo a Sortu y Bildu. La quinta, besar en la oscuridad de la noche de terror los labios frios de los amigos de ETA. La sexta, proclamar la inocencia del partido de Zapatero al tiempo que el zangolotino presidente disculpaba el asesinato o la ejecución de Bin Laden. Obama se carga, con la complacencia de ZP, al terrorista más buscado a la vez que el patriota leonés se deja seducir por la muchachada proetarra.

Los fareros son gente honrada. Limpia y servicial. Los magistrados políticos del Constitucional tienen una cuenta pendiente con la sociedad española. Ay de aquéllos que, arracimados en los fuegos fatuos de la puñeta, hacen la idem a la ciudadanía.

Yo quiero fareros en el TC. Al menos, tengo la seguridad de que la luz guiará la navegación marítima. Eso sí, algún día, todos los fareros serán reemplazados por computadoras. Cuando convenga, se corta la corriente, se propicia un apagón, los barcos encallan, y la vida sigue.

Fareros al Tribunal. Magistrados a los faros. Que aprendan.

Un saludo.

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