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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BOTAFUMEIRO

 

 Las críticas son las reacciones ante opiniones contrarias. No obstante, pueden ser opiniones originarias, pero valorativas, censoras o juzgadoras sobre algún tema. Requiere, pues, una base argumental y analítica. Allende lo anterior, la crítica se puee convertir en un arte por el que se dictamina acerca de la belleza, de la bondad o de la verdad de algunas personas o cosas. La crítica constructiva será la que proponga soluciones a los defectos hallados y realice dicha propuesta en pos del bienestar común. Lo cual trasciende lo personal y se aposenta en lo genérico.

 

Cosa distinta es la crítica negativa, que propende a lo personal cuando debiera manifestarse en la conducta. A veces, la expresión toma asiento en la fusión de ambas ideas. Este articulista ha podido incurrir en la negatividad de la crítica, ya por afán de síntesis bien por voluntad de propiedad expresiva, en el momento en que ha calificado a Zapatero de zangolotino como resultado de su política de bandazos sin ton ni son. En este episodio, la Real Academia marca la propiedad del término y lo resume de forma excelente. En cualquier caso, el calificativo crítico no alcanza al ciudadano sino al personaje público en virtud de su disparatada actividad gubernamental.

 

En cualquier caso, los griegos, cómo no, nos conducen a la etimología del término. Discernir. He ahí la raíz semántica. Esto es, distinguir algo de otra cosa, señalando la diferencia que hay entre ellas. De la misma raíz proviene cernir o cerner, que no es sino cribar, separar la fina harina del tosco salvado, examinar desde la atalaya de la objetividad, depurar, afinar pensamientos y acciones. La crítica se dispone, pues, en la espiritualidad del pensamiento por más que sus dardos se dirijan, inmisericordes, al corazón del otro.

 

La entrevista de la periodista de TVE, doña Ana Pastor, a la Secretaria General del Partido Popular, doña María Dolores de Cospedal, en sede de la televisión pública, constituye, a juicio del presente, todo un paradigma de la crítica negativa en su tendencia más peyorativa. Me explicaré.

 

La señora Pastor es una trabajadora de un ente sufragado con el dinero de los contribuyentes. Dicha empleada pública ha ingresado en la nómina de esa institución por un mecanismo distinto al de las pruebas libres convocadas al efecto. A la luz de la documental investigada, y salvo error, dicha periodista logró un puesto muy lejano al que se precisaba para acceder, en equidad, a un puesto de trabajo determinado. Podríase convenir, sin asegurarlo, que la señora Pastor se ha colado por vías irregulares, al menos en cuanto afecta al resto de los mortales. Por ejemplo, a través de un contrato legal. Los directivos del organismo televisivo han podido ver en ella unos méritos que las pruebas escritas establecidas ad hoc por ellos mismos no han reflejado. En esa contradicción, la señora Pastor se convierte, seguro que por su capacidad, sí, pero nunca en términos de igualdad de trato ni de oportunidades, en una estrella mediática. Estrella que fulgura, sobre todo, a través de su entrevista al dictador fundamentalista de Irán.

 

Mas, de pronto, pese al varapalo recibido en la convocatoria de selección, la señora Pastor se erige en rostro psoecialista por excelencia. Agradecer es de bien nacidos. Ese infinitivo denota, sin embargo, envilecimiento si la gratitud responde a la necesidad de compensar favores espurios y, especialmente, si la reciprocidad del empujoncito/catapultazo comporta ataques a los enemigos del mecenas protector. Desde mi punto de vista, la periodista Pastor encontró en la entrevista con la política Cospedal la fórmula idónea para saldar deudas diversas en un único acto. La inteligente mujer se convirtió en el arma adecuada que necesitaba el Psoe para afrentar al PP sin que Blanco, Rubalcaba y otros poetas de la ofensa gratuita tuvieran que bajar al campo de batalla dialéctico.

 

Pastor advino, de esta forma, sicaria de un grupo de gobernantes indecorosos que se ha apoderado del principal medio de comunicación del país y que, merced a esa circunstancia, hacen de mangas, capirotes y de la democracia, jirones. El botafumeiro es el gran incensario de la adulación. La sinergia del halago junta las causas de los más fuertes para derrotar a la razón y a la justicia. Los turiferarios que portan el fruto de la lisonja tienen en ésta su razón de sobrevivir. Con estas cualidades tan pecaminosas, la crítica ha de ser, necesariamente, negativa para denunciar y constructiva para evitar que la arbitrariedad siga tomando carta de naturaleza en una Constitución que la ha prohibido de manera contundente.

 

Doña Ana Pastor debiera dejar ese empleo público. Antes de que los españoles cambien el signo del voto. Es preferible dimitir con dignidad que ser degradada ante un tribunal.

 

Un saludo.

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