ALFONSO GUERRA: EL MAL HABLADO
En uno de esos mítines, a tanto la hora, que Alfonso Guerra, el anti-Machado, pronuncia por los corrales electoreros de la geografía nacional, el que fuera vicepresidente de Felipe ha dicho: "ser socialista es sentir dolor por el dolor de los demás" y "rebosar las urnas de puños y rosas". Así lo recoge la prensa del lugar. Así lo comento. Lo que no cuentan las crónicas es cómo ha glosado cada una de estas frases. Alfonso es un apócrifo. Finge con algo menos de naturalidad que Zapatero pero con más chiste. Él fue quien llamó bambi al desterrado presidente y quien se comió al animalito por las pezuñas no fuera que terminara con su chollo de diputado con censo enfiteútico.
Guerra es tan listo como cobarde. Tan poeta como perito. Tan sevillano como de Valladolid. Tan socialista como Gadafi. Tan ético como tétrico. Chistoso, graciosillo, titiritero de congresos y escaños, animador de ferias partidistas, inconfesable autor de cafetitos conseguidores. Con esa repajolera mala uva que alguien le otorgó y que él forjó, ha sido contratado por los amigos y comparsas de los EREs para movilizar a sus feudos felpudos ante el avance incontenible de la derecha. De la derecha de Los Remedios, ojo. El congresista eterno, que habita mansión de lujo en urbanización de abolengo altoburgués, se apoya en la clase obrera con la que no convive y a la que se acerca cuando la camisa no le llega al cuello.
Compañeros de Torreblanca, arenga. Toca defenderse de la ofensiva de los Rajoy y de los Arenas, de los Zoido y de las Sorayas. Torreblanca es nuestro último baluarte para que el partido de la rosa mantenga los pétalos y vosotros os traguéis las espinas. Torreblanca es el Alcázar de Toledo contra los que luchan por abrirnos el puño y por que soltemos la pasta mangada. Torreblanca es la muralla cerrada contra el empleo -con lo bien que se está sin trabajar- y contra la seguridad -para qué tantos maestros y policías-.
Con el disfraz de descamisado de Sevilla, el amigo de Barrionuevo, de Vera y otros galistas confesos, pide el voto a los vecinos del barrio. La urna llena de papeletas psoecialistas garantizará a Griñán, a Chaves, a Lanzas, a Mario Jiménez y a él mismo, otro cuatrienio de tocarse las narices y de forrarse los bolsillos. El millonario Alfonso busca el apoyo de la clase obrera y de la legión de parados. Su apoyo, sí. Su compañía, no. El hombre no quiere bajarse al moro de la miseria económica de esa gente a la que suplica el voto. Si no, por qué se presenta candidato en lugar último de su lista. Seguro que no sale. Pues eso.
El declive de Guerra es más esperpéntico que el de Zapatero. Guerra fue un parásito de Felipe, y Zapatero del 11-M. Un hombre, el primero, un destino no accidental el segundo. Guerrea contra los ciudadanos de Los Remedios con armas de su chalet de tronío torero y con mano de obra barata a la que ni siquiera saludará. El Psoe ha empujado a los sevillanos al túnel del tiempo y ha elevado a sus políticos relumbrones a la carne fresca del dinero público.
La demagogia populista se encarnó en el joven Alfonso. Hoy se materializa en Alfonso el Rico. Demagogus sumus. Incalificable déspota. Excepcional trilero. Singular representante de la Sevilla de los duques que van de mendigos y de los harapientos que enfundan ropas talares. La Sevilla de los expedientes de regulación que subvencionan a los que no trabajan y despiden a los más honestos. La Sevilla de Monteseirín y de Mercasevilla. La Sevilla de Espadas y de Lanzas. La Sevilla que viste la saya en el mitin y se pasea a continuación en el coche de caballos camino del real de la feria y del coso maestrante.
Qué disgusto se va a llevar Alfonso, el mal hablado y bien servido, como la derecha económica y social, la suya, les birle el gobierno de la ciudad y la llave de la caja de caudales. Qué disgusto. Si los ciudadanos de Torreblanca han aprendido algo del rollo macabeo de Alfonso, ya saben que es a la mangancia psoecialista a la que no tienen que votar. Ni a los de las mariscadas torrijistas. A cualquiera, menos a los gestores de la ruina de España entera. Entre ello, el mal hablado Alfonso. Guerra. Copión y chuleta. El encapuchado del lujo. Sistema.
Un saludo.
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