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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL HOCIQUITO

La foto monclovita es el guiño de un tuerto. Se ve la nada. Archidifundida la imagen, capitidisminuido su significado. Cuanto más se busque equiparar el Acuerdo de mínimos con los Pactos de La Moncloa, máxima se observa la diferencia entre un suceso capital, el de Suárez, y un accidente aldeano, el de Zapatero.

 

Cómo estará de mal la situación que cuando llegó Fräulein Merkel, el niño de la foto sufrió un ataque de nerviosismo bucal. Como el chavalito al que se pilla en un renuncio. The Economist -acaso por la traducción/traición semántica que inmortalizara Sender en “la tesis de Nancy”- llegó a afirmar que la canciller alemana tenía cogido al presidente español por el hocico. Hocico. Hociquito. Morro. Morrito.

 

La sonrisa de Zapatero se desdibuja al son de su creciente vacuidad política. Al ritmo del aumento del paro. Al compás de la meteórica corrupción de los suyos. De forma paralela a la constatación de la falsedad de sus juramentos sobre prestaciones sociales. Triste vida la del gobernante que se baña en las heces de sus promesas incumplidas. Desdichado el hombre que desprecia el consejo de Montaigne y, en vez de conocerse a sí mismo, quiere transmitir a los demás la falsa idea que de sí mismo se hace. Cae de bruces en su propia lenidad moral.

 

Preocupa, y mucho, la situación económica. La depauperación del país impide cualquier atisbo de prosperidad. La renta disponible se recorta conforme la estanflación se enseñorea y la presión fiscal nos oprime. Miedo a salir de casa. No ya por la caterva incesante de ladronzuelos y de delincuentes que te aligeran de la cartera, del reloj o de cualquier joyita. No. Miedo a salir por no tener con qué gastar. En la principal calle comercial de mi ciudad, el viernes noche estremece. Bares y cafeterías semivacías. Gente que se refugia en el calor barato del consumo doméstico. La cerveza y la tapa, en la cocina, mientras se mira a la caja tonta con la cara de automisericordia.

 

En tanto, Toxo y Méndez hacen valer sus influencias. Se habla de que su caché se cotiza a mil quinientos millones por la peliculita de la firma. Apenas representan a un siete por ciento de la clase trabajadora y se arrogan derechos de autores de best sellers millonarios. Con ellos, la patronal de Rosell que fuera de Díaz Ferrán. El casting está completo.

 

Todo presto para hacer creer que el peligro del rescate se ha esfumado. Nueva, y burda, creencia. Merkel ha venido a insuflar ánimo a la Bolsa. Doña Ángela trata de suavizar los modos públicos al tiempo que ha endurecido su discurso privado. Lo de las pensiones es una catetería que no conduce a parte alguna. Las reformas siguen el sueño de los justos del limbo. Son tardías, incompletas y desequilibradas. A imagen y semejanza de la coyuntura política que atraviesa quien debe ponerlas en marcha. O los empresarios abaratan el despido, o va a crear empleo quienes ellos dicen. O se vincula el salario a la productividad, o el paro se asomará a los seis millones de sufridores. O la banca encuentra asideros para la concesión de créditos, o el consumo se buceará en las profundidades de las Marianas.

 

Y ello, sin olvidar que el Estado gasta lo que no ingresa y que las Autonomías siguen en poder de unos dilapidadores natos y netos. En cuanto a los ayuntamientos y a las diputaciones, más de lo mismo.

 

El hociquito. El hocicón. Boca demasiado saliente de tanto mentir. Hocicudo. Barracudas. Marrajos.

 

Un saludo.

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