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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA PAZ SUCIA CON ETA

 

 De la sucia guerra de Felipe y Rubalcaba a la paz sucia de Rubalcaba y Zapatero. Está en todos los floripondios de las necrópolis. El Psoe no se pierde una. Don Alfreddo, tampoco. Dios crió al segundo y al primero lo parió Iglesias.

 

El escándalo faisán se sumerge hasta el cuello en las arenas movedizas de la paz sucia con los asesinos de ETA. El cambio de estrategia no puede ocultar la auténtica realidad. El Psoe se alía con el diablo si el demonio rojo le garantiza el poder. El Fausto de Rubalcaba no persigue la sabiduría. Quiere el poder. El poder abre la puerta del dinero y, sobre todo, de la influencia. Mandar es mucho más que dar órdenes. Mandar es influir en todo y sobre todos. El pacto satánico del faisán se muestra en la conjugación de ambos infinitivos. El presente, el pretérito o el futuro se personalizan en la voluntad del gobernante tirano.

 

Cuando la policía del Estado se convierte en guardia de corps del ministro de turno y del presidente de especie y vez, lo público se privatiza. El Faisán es el ejemplo más paradigmático de la corrupción de un Gobierno. La muestra desvergonzada de una Administración Pública en manos de abyectos esbirros.

 

Las esperanzas en el Juez parecen difuminarse de súbito. El que espera, desespera. Uno entiende la soledad del corredor de fondo y se apiada del magistrado que trata de impartir justicia en el seno de una banda de terroríficos narcotraficantes. En este caso, la piedad es compatible con el ruego. Si Ruz es incapaz de llevar adelante una investigación seria y rigurosa del asunto del chivatazo, es preferible que confiese sus limitaciones y comunique a la sociedad que se halla preso de un insuperable ataque de miedo. O de invencible impotencia. A Rubalcaba y a los suyos. Siempre será más conveniente admitir la cruda realidad que cocinar la vida en la olla a presión de las salvajadas. Un juez maniatado es un juez perjudicial. Si la función no se realiza, o se cambia al funcionario o se enerva la función. Tetas y sopas no caben en la boca.

 

Felipe González tronaba en sede parlamentaria que, respecto al GAL, ni había pruebas ni las habrá. Nunca dijo que los hechos no se produjeron. Jamás rechazó la inexistencia de robo de los fondos reservados. Tampoco que en los asesinatos de Lasa y Zabala no estuvieren inmersos las alcantarillas de su Gobierno. Simplemente, que no habría pruebas. El rodillo de la prepotencia psoecialista se animaba a recorrer el estrecho corredor de la prensa independiente. La tozudez de los hechos encuentra su materialización en la pequeñez de las pruebas que, a simple vista, no se perciben. Y del hilo al ovillo. Alfreddo articulaba mentiras al tiempo que el number one distribuía órdenes leninistas de resistencia armada y de silencio envuelto en el italianismo de la omertá.

 

El Faisán es Rubalcaba en versión buenista. Guerra, no, que perdimos y nos hundimos. Paz. Eso, paz. Suena bien y nos granjea la amistad de los violentos. Si no puedo con los etarras, me alío con ellos. Las víctimas. Qué víctimas. Como el holocausto nazi a los judíos. Fruto de la fantasía delirante de los enemigos de Hitler. Por más que protesten, que reclamen, que exijan el cumplimiento de la ley, las víctimas están muertas. Sus familiares vivos no son víctimas. Se hacen las víctimas. Serán sinvergüenzas y delincuentes los que desprecian el dolor y se mofan de los dolientes. El Faisán es un comando. Al frente del mismo, el ministro. En tanto no defienda su honor, en tanto no colabore en el esclarecimiento del delito, el autor es el ministro. Por acción o por omisión. Por padrino o por padrastro.

 

Esta paz con ETA es tan sucia como retorcida. Torticero Gobierno. El impuesto revolucionario que plantea Batasuna lo ha de pagar el Estado. La franquicia ilegal de ETA quiere que el Gobierno admita su reinserción legal. Nadie puede creer esta mentira anunciada. Nadie. Salvo el Gobierno del faisán.


Psoecialismo vidente. Será ciego. No. Vidente. No hay más ciego que el que no quiere ver. Paz sucia. Asco. Como el que me produce la declaración de los de Otegui. Como la de quienes se empeñan en vendernos la veracidad de Rufi Echevarría.

 

Un saludo.

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