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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BANDERAS SOCIALISTAS

 

 Me he referido en varias ocasiones al tema. No por ello, dejaré de insistir. Confundir socialismo con psoecialismo es como identificar a un cristiano con un fariseo. El socialismo contiene multitud de virtudes humanas. El psoecialismo adorna su escaparate con esas virtudes para que las luces del exterior distraigan de los ojos del espectador la miseria moral que se almacena en la sucia trastienda.

 

En contra de mi voluntad, a causa de los malditos impulsos que el zapping puede provocar, el pasado sábado aterricé en un programa de telecinco que se llama La Noria. Entrevistaba el presentador a Cristina Almeida. La presencia de la abogada extremeña detuvo mi dedo compulsivo y me presté a escuchar lo que esta señora declaraba. Apenas resistí unos minutos. Entre las almibaradas preguntitas del periodista y las respuestas absurdas de la antigua diputada, el dedo cambiador siguió su instinto. A punto. Sin embargo, a tenor de unas referencias al padre de la señora Almeida, mi interés como historiador hizo que la razón se impusiera a la náusea y permanecí un rato más frente a la impúdica escena que me ofrecía la pantalla. Valió la pena.

 

Resulta que el papá de doña Cristina era más de derechas que José Antonio Primo de Rivera. Qué barbaridad. Y ella, avergonzadita de su progenitor a causa de sus ideas. Con todo, me quedo con las frases del señor Almeida: “"Las banderas del socialismo son de odio, destrucción y sangre, las de Acción Popular son de amor y de paz, son las de España; si veis que la fuerza pública no es suficiente para guardar el orden, poneos a su lado".

 

Las crisis son el escenario idóneo para el fomento de los extremismos, tanto de izquierdas como de derechas. Los fascismos y los comunismos encuentran en la crisis el abono que hace crecer el proselitismo macabro y fomentar el odio. Cada movimiento tira de la cuerda en sentido opuesto hasta que la soga termina por romperse. Es cuestión de dialéctica histórica. Se repite como los ciclos que describiera Kondatrief.

 

Basta mirar a nuestro alrededor para comprender cómo la crispación se va haciendo hueco en la masa social. La mentira política resuena con estrépito en según qué prensa. A mayor subvención, más ensordecedor es el estruendo mediático. Se juega con la ingenuidad de los ciudadanos, se adormece a la población con programas de jorgejavieres, se lanzan mensajes inicuos de recuperación económica inmediata, se omite cualquier referencia cuantitativa al paro real, se insiste en la importancia de la formación como trampolín de creación de empleo, se recurre a la corrupción para afear al adversario, y un largo etcétera que incluye mil y una cortinas que más parecen telones de acero informativo.

 

En España, el PSOE reedita políticas equiparables, en lo político, a las posiciones bolcheviquistas de la URSS de Stalin antes de que la perestroika estuviese presente en la mente de Gorbachov y, en lo informativo, en la anti-glasnot, o sea, en la opacidad más negra que imaginarse pueda. Las banderas psoecialistas son de odio y de destrucción, decía el padre de Cristina Almeida. Lo suscribo. Tantos años después, el ansia de mantener el poder a ultranza les lleva a arreciar en la tempestad cainita capaz de todo con tal de no soltar las riendas.

 

En este sentido, les recomiendo leer mañana LA CATARSIS, en este mismo blog. Verán por dónde. Verán los tiros al blanco que se dirigen. Verán.

 

Un saludo.

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