LA CATARSIS
Durante los dos últimos años, he venido sosteniendo la tesis de la catarsis. La catarsis, no entendida como purificación ritual ni como liberación interior a raíz de una profunda experiencia vital. La catarsis, como efecto de una tragedia capaz de suscitar horror, temor o, al menos, compasión, y la catarsis como eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o que desequilibran el sistema nervioso.
La proximidad de las elecciones generales saca de quicio a unos y a otros. A todos. Se juegan el futuro. No el de España, que ya está bastante oscuro. Ni el de los españoles, que no salen de la zozobra. El futuro de los politicastros que hacen de su oficio, beneficio. Particular.
El PSOE se agarra al poder con la desesperación del condenado a garrote vil. Nadie le desea muerte tan atroz pero muchos exigen su condena previo sumarísimo juicio de las urnas. La burocracia de Ferraz maquina y conspira. No se puede perder. No se puede perder. De forma machacona, el lema pasa sin tapujos de una agrupación a otra. No se puede perder.
La derrota de ETA parece ser la gran baza electoral. Si ETA deja las armas, Zapatero puede confiar en un remonte sobrevenido de los malos augurios que dan las encuestas. Confía. Pero sabe que ni en el mejor de los mundos en que la banda terrorista acepte, de verdad, la entrega de las armas y la condena del terrorismo, la victoria electoral se halla a su alcance. El aspecto positivo que, sin duda, sería traer a los etarras asesinos al redil de la paz y de la democracia, no es suficiente para ganar las generales. Lo sabe Zapatero y lo ratifica Rubalcaba. Lo de ETA sería un ligero atenuante que endulzara la anunciada debacle.
No cabe el aspecto positivo en esta recta final. La catarsis no sigue, en este caso, el camino de la purificación. La catarsis demanda un escenario negativo en el que el patio de butacas y los palcos se estremezcan por la magnitud de una acción espectacular capaz de provocar alaridos de miedo y emociones incontrolables. Negativo. Muy negativo.
Lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo. El 11-M fue una catarsis en este sentido. Sus consecuencias siguen presentes siete años después. Otro 11-M habrá de venir si el partido de Zapatero quiere arrebatar a Rajoy su irremisible gloria. Los vericuetos para el cambio de la corriente natural señalan símbolos monárquicos. Que Barreda, el presidente de la Junta de Castilla la Mancha, advierta que la monarquía de Alfonso XIII se perdió en unas elecciones municipales, es todo un mensaje. Toda una alerta.
La monarquía puede ser el boom descomunal que haga explosionar la caja de los truenos más desestabilizadores y caóticos. El qué lleva firma de sangre azul. El cómo es la equis. La incógnita no se ha despejado. Mas se está en ello.
Larga vida al rey. Fortaleza a la familia real. No sea que alguien eche, no ya tierra, sino balsas de fosfoyeso contaminado sobre la Corona. El descalabro beneficiaría a los perdedores. En Derecho, los crímenes siempre se investigan a partir del cui prodest. En la Historia, también. En política, es la marca del zorro. Y de la zorra.
Un saludo.
0 comentarios