VICENADA
La señora De la Vega es una mujer preparada. Mucho. No lo discute ni su peor enemigo. Preparada desde un punto de vista intelectual, formada para el trabajo incesante y, desde luego, apta para las acciones más descabelladas. Inteligente y trabajadora, desde luego. Del equipo de arpías, por supuesto. Quizás su figura política sea el fruto de la eclosión conjunta de las cualidades apuntadas. Desde ese punto de vista, menuda rapaz sobrevuela nuestra sociedad. Especie casi única si bien no corre peligro de extinción. Qué va.
La Vice no se aburre de echar capotazos a su Jefezuelo ni de salvar su trasero en la poltrona ministerial. Lo que alardea. Es la farda/alfarda que pagaban moros y judíos. Soportar su aire soberbio es toda una contribución a la supervivencia política. Es tal la agregación de falsedades dialécticas a su currículum, que ha saturado su conciencia y su personalidad, de resultas, se mueve entre lo vano y lo banal.
Con ocasión de la disparatada presidencia española de la UE, en la que ZP alcanzó la triste gloria de dontancredo más inútil del mercado, la vicenada afirmaba que el principal reto de España era proteger a los trabajadores europeos. Sic. Como suena. Lo que no explicó es de qué tenía que protegerlos. Si del afectado por el síndrome de la madrastra de Blancanieves o si del agravio que supone compararlos con los privilegiados trabajadores de España. Qué pena.
Si podemos exportar paro, cómo se atreve a despreciar a nuestros obreros y a obviar la urgente necesidad de crear empleo. Cómo. Tararí, le ha contestado la señora Merkel. Limpia tu casa, le ha dicho y, luego, preocúpate de la de los demás. Por su parte, Sarkozy se ha tocado los bolsillos, temeroso de alguna merma patrimonial por descuido.
Las catedrales góticas de ZP hallan en las agujas de sus torres la figura de doña Teresa. No es que ZP sea gótico. Ni gótico ni templo. Apenas un cromo que reproduce una imagen. ZP es un híbrido de histrión e iluminado que declama cual cotorra longeva. Esa mezcla letal le convierten en muerte. La muerte es la nada. Doña De la vega es la vicepresidente de la nada. Vicenada. Papelón el suyo.
Un saludo.
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