Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

INDUSTRIA

 

 La AIQB agrupa a dieciséis plantas industriales que hacen del eje Huelva-Palos de la Frontera uno de los principales centros del sector secundario de España. El núcleo fabril químico da trabajo a miles de personas. El problema es que los tiempos cambian a una velocidad de vértigo y lo que ayer era válido e incluso valioso, hoy se queda obsoleto y anacrónico. Gerardo Rojas, presidente de la asociación, ha llegado a declarar que el Polo Químico está pasando el peor momento desde su creación.


Los EREs convulsionan, el cierre temporal se teme y el lock out definitivo pende cual espada de Damocles. El desempleo asusta. La amenaza de la deslocalización se asoma con descaro. Por más que Rojas la desdeñe como próxima, es un mal genérico y general que se abate sobre países industrializados que en un pasado no muy lejano sufrieron las desdichas del subdesarrollo.


La Química pasa por sus horas más bajas. La obsolescencia de algunas fábricas afecta directamente a su productividad y ésta es el indicador primordial de su nivel de competitividad, única receta capaz de hacernos superar la crisis que nos embarga.


Se vive un momento delicado. La magnitud del desastre que se nos avecina es de época. La situación se antoja irreversible. Pocas dudas caben sobre el futuro negro que se cierne. Efecto dominó. De otro lado, las agresiones ambientales han llegado a un punto de estiramiento que la interpretación interesada de sentencias judiciales evita romper. Los estudios epidemiológicos rigurosos e independientes brillan por su ausencia. La salud, primero. El trabajo, después. Felizmente descartado el peligro para la salud, el trabajo constituye nuestro primer objetivo.


Con esta Junta que gobierna (con perdón) nuestra Andalucía, el amiguismo y el enchufe han tomado carta de naturaleza. La formación (el Fondo sin fondo) se ha convertido en el búnker do se escamotean de las listas del paro a miles de desempleados. La crisis, lejos de iniciar su desaparición, se está consolidando como las lapas se adhieren a las piedras.


Preocupa sobremanera que los trabajadores que defienden, con uñas y dientes, su puesto de trabajo, engrosen las abarrotadas listas del paro. Por ellos, aunque sólo fuera por ellos y no por el exclusivo beneficio de las empresas, La Junta debería decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

 

Claro que ese deber en la Junta es imposible. Donde no hay ética, sino miserabilidad, nada más se puede pedir. Y donde en vez de sangre, circula electricidad que se enchufa, pues de humanidad, nada de nada. Así estamos. Pero nos resbalamos hacia la sima. Catacroc.

 

Un saludo.

0 comentarios