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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BLANCO DE FOMENTO

 

El ministro de Fomento se llama José Blanco. Uno diría que Blanco es el ministro cataplasma. Blanco es pesado, fastidioso, embustero. Aplica la pomada calmante o emoliente a su política. Ahora. Antes, no. Antes se presentaba como la cara eficaz de la cruz inoperante que resultaba Magdalena Álvarez. Hasta que Zapatero se enteró de lo que vaile el peine económico, Blanco gastaba a manos llenas. Derroche y despilfarro en su cuerpo de blanda consistencia y en su alma modelable a golpe de dedo.

 

Blanco ya no promueve, ni impulsa ni vivifica. Blanco se dedica, ahora, a poner obstáculos, a sembrar campos de minas, a entorpecer el desarrollo de las infraestructuras. Y así.

 

Maestro en la ofensa y perito en el insulto, Blanco echa la culpa al PP del macro-recorte que va a perpetrar en la obra pública. Ya ha avisado que, hasta el año que viene, no dispone de un euro para pagar las certificaciones de obra. Ha tirado el dinero y ahora no tiene ni para pipas. Mucho festejo, exceso de propaganda, tira de clientela, demasiado viajecito, promesas a troche y moche, alharaca partidista y, al final, qué. Al final, eso. Ni una moneda para pagar a las empresas. A rescindir contratos.

 

Qué va a pasar con las obras en curso. Qué depara el ministro cataplasma a las empresas que ya están en el tajo. Qué sucederá en 2011 si la crisis va a seguir un lance paralelo al actual. Qué. La respuesta es sencilla. Se atenderá, a bajo ritmo, las infraestructuras que desarrollen territorios en los que el nicho de votos sea mayor. Sensu contrario, allá donde el saco de votantes esté asegurado o su cuantía sea insignificante, parálisis total. Item más: en feudos peperos, el ministro antifomento mermará los recursos hasta la nada. La política del PSOE tiene de estructura lo que Zapatero de esencia. Ni un ápice. Ni una coma. Ni un bledo.

 

Hasta el año 2017, casi ná, se pueden deslizar los pagos. Las carreteras y las autovías se quedarán como están. Se arreglará algún bache para que no se diga. Las carreteras deficitarias, a los pueblos más pobres. Como son pobres, no se darán cuenta, dicen fuentes insolventes del Ministerio, todas ellas extraídas del manantial madre de la militancia psoecialista. Peor estaban con Franco, nos aseguran.

 

El fomento de Blanco es, en realidad, negra obstrucción. En las cocinas del partido ya han puesto al fuego el nuevo asado. Tiene poca carne y mucho hueso. Con unos injertos de silicona y un añadido de tocino ahumado, dan el pego. Siempre tienen el recurso a despedir a más funcionarios, a sugerir que se contraten pensiones privadas, a privatizar más servicios públicos.

 

Me pregunto si ustedes, lectores, compartirían conmigo la siguiente idea. Propongo privatizar a todo el Gobierno. Pero me explico. El Consejo de Gobierno que haga como si. Sólo cara al público. En la trastienda, que gobiernen profesionales de la gestión, de la administración, de la empresa, del amor a España. Los éxitos que se los apunten los Zapatero y los Blanco de turno. Pero, al menos, que el país esté gobernado por gente de bien. ¿O sí?

 

Un saludo.

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