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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ARBITRARIOS/FULLEROS

La Ley de Bases de Régimen Local define los municipios como entidades básicas de la organización territorial del Estado, y explicita, respecto a la provincia, que su Gobierno corresponde a la Diputación. Con el mismo carácter presidencialista concibe esta norma las figuras del alcalde y del máximo responsable de la Diputación, pero mientras la elección de aquél, por ejemplo, Pedro Rodríguez, es de forma directa, el de éste, caso de Petronila Guerrero, se realiza de modo indirecto.

Nuestro Ordenamiento proscribe la arbitrariedad, entendida como forma de actuar dictada por la voluntad o el capricho. Arbitrarias serían, pues, las subvenciones que reparte la seño Petronila a algunos medios, como Odiel, en torno a cien millones de pesetas. Lo serían en cuanto no fundamenta la concesión que, por otra parte, niega a El Mundo Huelva Noticias. ¿Cómo es posible tamaña desigualdad si el criterio de difusión no es determinante? Doña Petri incumple los principios de transparencia y de objetividad que preconiza la ley.

¿Que es pedir peras al olmo? Entonces, ¿qué pasa?, ¿que la arbitrariedad reina en el templo del (des)Gobierno provincial?, ¿o es que las decisiones políticas se toman en razón de la sumisión más incívica a los dictados del poder talibán, o, simplemente, que el modus actuandi se incardina con el adoptado para alquilar, a precio de Versalles, el palacete de la plaza de las monjas?

Cuando renquea la transparencia, enmudece la objetividad y se dictan resoluciones arbitrarias, esta democracia se prostituye hasta el límite de la dictadura. Así, el imperio de la ley que brota del pueblo se confunde con la ley que emana del tirano. Es igual que el déspota que confunde, contumazmente, su patrimonio personal con el patrimonio público.

En Huelva, como en Andalucía toda, llevamos treinta años padeciendo déficit democrático. Las elecciones son legítimas. Los actos de los vencedores en las urnas dejan mucho que desear. La discriminación dice mucho, y malo, de un demócrata. ¿Verdad, Mario, Petronila, adláteres? Repitan conmigo: Petri y Cejudo son, para este propio, arbitarios; en la calle se les llama fulleros.

Fulleros. En cuanto hacen trampa en el juego democrático y en tanto son artistas en el engaño a los ciudadanos. Aviados estamos con quienes convierten la política en un antro. Fulleros, repito. Fulleros.

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