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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ESTADO DE MALESTAR

 

"Un miserable, incompetente e ignorante". Sobre Zapatero, no. Palabras de Rita Barberá, incombustible alcaldesa de Valencia, sobre el presidente del Gobierno de España. “El más inepto gobernante que España ha padecido desde los Reyes Católicos, incluidos Fernando VII y Godoy”. Palabras de este articulista.


En cualquier faceta de la vida, el ser negativo constituye una losa insoportable. La carga espiritual que afecta al personaje se distribuye por toda su idiosincrasia y hace de su actividad una especie de catastrofismo andante. Se siente tan inseguro, que talla a cincel todos y cada uno de los aspectos externos de su personalidad. Risueño por fuera, tétrico por dentro. Zapatero entra dentro de esta composición del “ethos”. Muchos años de cunero hacen del más estólido un Cicerón. Aprenden en la soledad de su contrahechura a mimetizarse en la esfera pública de los más brillantes del colectivo. Imitan a los líderes hasta reproducir con fidelidad cada uno de sus tics. Como clones de escaparate que ocultan la fealdad interna. Se postulan como líderes mesiánicos contra algo o contra alguien. Están pero no son. Aparecen pero no conducen. Copistas sin genio creador. Amanuenses de creaciones ajenas. Suplen con fingido talante su reducido talento. Son Loperas que buscan Betis a los que esquilmar sin escrúpulo. Son remedios contra el rigor aznarista.


Los loperas y zapateros que en el mundo son, dicen defender los intereses de la sociedad. Afectados por el complejo de Creso, despilfarran la hacienda ciudadana con la intención de hacer creer que todo su ser se proyecta al fomento de las prestaciones sociales. En torno a este discurso gira todo su mensaje. Una corte de aduladores forma parte del séquito oficial. El sistema de salud, gratuito. Los inmigrantes, sagrados. Los sindicatos, hitos del progreso. Los ancianos, columna vertebral del sentimiento de la gratitud. Los jóvenes, semilla de un futuro esplendoroso. La educación, plataforma de paz. La guerra, deriva ideológica de la derechona cavernaria. España, adelantada de la Europa como superpotencia económica y cultural. Los loperas y zapateros mienten una sobre otra y otra sobre una. Han empeñado desde las cuevas de Altamira hasta la Sagrada Familia, al igual que los papandreus helenos han pignorado el Partenón y la Acrópolis ateniense toda.


El Estado del bienestar del siglo XIX se concibió como un Estado Providencia. Erradicar la guerra y la pobreza, la enfermedad y el dolor, la esclavitud y la discriminación, la desigualdad de oportunidades y las rígidas diferencias de clase, eran sus objetivos inamovibles. En pos de los mismos se dirigió la política de una Europa occidental que, merced a una burguesía poderosa y explotadora, alcanzó inimaginables cotas de felicidad en los últimos años del siglo XX.


En nuestros días, la hucha estatal repica. Los manijeros del pastizal han metido la pata, sin duda, pero, lo que es peor, la mano. Las manos. A manos llenas se han forrado los amigotes de loperas y zapateros que, unidos, nunca serán vencidos. Y claro, donde fueres, haz lo que vieres. El Estado del bienestar se ha reducido tanto que la alcancía ni suena. ¿Entonces? Se despiden trabajadores sin indemnización alguna, se recortan salarios, se congelan pensiones, se pisotea el derecho a la educación, se establece el copago sanitario, se funcionariza el mercado, se subvenciona a los sicarios, se inyectan millonadas a los Bancos, se corrompe a las Cajas, se pide préstamos a países vecinos a intereses usureros y se cede al chantaje de los separatistas vascos y catalanes. Los loperas y los zapateros. Lopera, que paguen los béticos. Con Zapatero, pagamos los españoles. Que somos unos cuantos más.


La ruina no viene. La ruina está. El Estado del Bienestar murió. Aznar nos lo dejó vivo y coleando. Zapatero se lo ha cargado. Sin embargo, en su obsesión contra Aznar nos ha dejado una herencia letal: el Estado del Malestar. En su etapa inicial, no crean. Luego irrumpirá el Estado del Molestar. Más tarde, el Estado del Muladar. Y en eso está Zapatero.


Un saludo.

 

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