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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LACAYOS Y MANGANTES

Más que piedras de mechero, repetía con gracejo un viejo, tanto como servidor, amigo mío. Más que piedras de mecheros. Hoy están en desuso. Las piedras de mechero, claro. Los mangantes y lacayos, en pleno auge. Sobre todo en tiempo de crisis, proliferan como gurumelos en bosques húmedos de la serranía onubense.  Manjares exquisitos estos últimos, escoria despreciable aquéllos. Lacayos y mangantes. Serviles y rastreros los primeros. Sinvergüenzas, personas despreciables sin oficio ni beneficio, los segundos. -Mal nos lo pone, articulista, si esta clase de género abunda en España en la cantidad que usted nos indica. –La realidad nos acerca al bien o al mal con la lupa más potente, respondo.

 

Establezcamos algún ejemplo que nos sirva de referencia. Este relator considera que la clase política, en general, es lacaya y mangante. Lacaya, porque se arrastra en pos del objetivo que persigue, repta sin temor al pisotón reparador y adula cual mayordomo de librea larga y bolsillo corto. Que no meto a todos en el mismo saco, que no. Pero la generalidad así lo entiende. Para subir, hay que medrar y para medrar, es preciso ser alfombrilla de malolientes cocinas. Sin embargo, y me apresuro en matizar, la clase política no es sino un reflejo de la clase social. La nobleza arruinada sirvió al rey. La burguesía dobló el espinazo hasta la escoliosis para procurar la sombra del parasol nobiliario. La plebe no se recató en alabar, a veces, o en llorar, cuando tocare, las alegrías y las tristezas de sus señores. Alma de súbditos y corazón de vasallos encerrados en un cuerpo deforme de degenerada aristocracia.

 

Me viene a la memoria el refrán: Dios los cría y ellos se juntan. Refranero sabio de filosofía rústica. Pienso en Luis Roldán, el que fuera director general de la Guardia Civil, por nombramiento de Felipe González. Dos carreras universitarias, decía tener. Dos. A pares. De lacayo del PSOE a mangante del PSOE. En un santiamén. En menos que canta un gallo. Paradigmático Roldán. Claro, dirá él, yo aré lo que pude pero nunca aseguré que haré lo que pueda. Palabras “enreonas”, actos viles. Ahí tienen a Montilla. Sin carrera y a lo que ha ascendido. Acaso no sea mangante, pero lacayo, lacayo un rato largo.

 

Lacayos y mangantes del mundo, unidos, jamás serán vencidos. Demasiadas piedras de mechero. Repasen, si no, la listas ministeriales, la relación de consejeros autonómicos, la tira interminables de altos cargos en la Función Pública, los "calienta-poltronas" de consejos de administración, los jefes de centurias, decurias, etc. ¿Centurias y decurias? Sí, los mismos perros con distinto collar. La función, idéntica; el servilismo, puntual; la mangancia, como dos gotas de agua. Lo dicho.

 

Un saludo.

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