PROHIBIDO EL ESPAÑOLISMO
Los guipuzcoanos de Rentería otorgaron a Bildu la victoria municipal. Como en tantas otras poblaciones del País Vasco. Chapeau. La democracia es el triunfo de la mayoría del pueblo. No es, sin embargo, el desprecio a las minorías. De ningún modo se ha de entender que las elecciones constituyen el punto de inflexión de los derechos humanos.
El problema de los nacionalistas radicales es, precisamente, su actitud intolerante y discriminadora. Las casetas feriales que se monten en las fiestas de la Magdalena deberán respetar tres requisitos lógicos y plausibles y una amenaza. Los requisitos, el rechazo a la homofobia, al sexismo y al racismo. La amenaza, el españolismo. No se acepta nada que sensorialice la idea de España. Incluso se vigilará estrechamente a quienes presenten rasgos faciales o indumentarios que recuerden a la odiada nación.
Bildu es demócrata y sansacabó. El que respire en contra de este aserto, tiro en la nuca. Una ración menos y un enemigo más al hoyo. Las comunicaciones, en euskera. El castellano, para la intimidad pero con la advertencia de que en la cama siempre hay uno que puede denunciar al otro. Mejor, el pensamiento.
Entre las viandas, nada de tortilla española, ni vinos de La Rioja (salvo la alavesa), ni finos de Jerez, ni olorosos de Montilla, ni gambas de Huelva, ni jamón de Jabugo, ni percebes gallegos (con excepción de los de Beiras), ni chuletones de Ávila, ni aguardiente de Zalamea. Pobre Miguel al que se pille en degustaciones españolistas. En cuanto a los suspiros de satisfacción orgásmica entre los comensales que disfrutan de tan exquisitos, aunque clandestinos, platos, que se note el acento euskaldún al jadear.
El que no esté de acuerdo, al extrañamiento. Eso si antes no le han colocado el estómago en los genitales y éstos se los han tragado con salsa a la vizcaína.
Así que ya saben. Servidor no tiene lo que hay que tener para irse a Rentería y manifestar públicamente su amor a España. Desde la barrera, sí nombro a las familias de los mastuerzos que ponen el acento sobre la violencia para que la democracia formal se coma a la democracia real.
Soy español, español, español. Lo mismo se enteran los dirigentes renterianos y colocan una placa con mi nombre para entreno de los pìstoleros de la zona. Mare, qué miedo.
Un saludo.
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