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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA INOCENCIA DE GARZÓN…

 Garzón, don Baltasar, el superjuez, el abanderado de las causas nobles, el ariete anticorrupción, el aldabonazo en la conciencia de los dictadores, el estandarte antigenocidio, y tantas otras cosas más, va y resulta que no quiere entrar en el fondo del asunto. De su asunto. No quiere que se abra juicio oral para determinar si pudo prevaricar cuando se empeñó en investigar los crímenes del franquismo. No quiere. Ha recusado al ciento y la madre. Ha pedido el sobreseimiento de la causa. Ahora recusa al magistrado Valera. De Jueces para la Democracia. No quiere juicio oral don Garzón.

 

La verdad es que nunca me pareció un valiente. Ni un intelectual de prestigio. Ni una lumbrera jurídica. Ni la cumbre de la honradez judicial. Puro teatro, he pensado con frecuencia. Escenografía y alharacas dentro de la farsa de las togas y de las puñetas. Insisto: no sé si Garzón prevaricó. Tampoco si Varela ha cometido algún error procesal. Mis sensaciones y mis informes me hacen creer que Garzón ha metido la pata y que Luciano ha actuado conforme a Derecho. En cualquier caso, aunque se impute a Garzón tan terrible delito, la presunción de inocencia del amigo de Felipe González o de Vera o de Barrionuevo, no hay quien se la quite. Presunto inocente, por supuesto. Faltara más.

 

Reflexiono sobre el tema y diseño la arquitectura de su defensa. Eje vertebrador de la misma, la no celebración de juicio oral. De anunciarse el mismo, comportaría la suspensión inmediata del amigo Garzón. Qué escándalo. El adalid del polanquismo, enjuiciado como un GAL cualquiera. Demasiado escándalo. Impedir el juicio. A toda costa. Como sea. Con la ceja y con los sindicalistos. Con los Almodóvar y los Bardem. Con los ministros de Zapatero y sus ministras. Con toda la horda mendicante del coche oficial y el contrato blindado. Con lo que sea, pero que no vayamos al fondo del asunto.

 

Pueden no ser berzotas. Mas no son gallardos. Bajo ningún concepto. La gallardía es a Garzón como el elogio es a Leire. Garzón es valiente con los pobres y cobarde con los ricos. Leire adula al jefe y ofende al enemigo. Garzón debiera pedir, él mismo, la apertura de juicio oral. Así, llegando al meollo del asunto, podrá demostrar su inocencia presunta. Qué ha de temer un hombre tan cabal y con tantos partidarios. Nada. Debe buscar que la verdad resplandezca. Su estrella brillará, entonces, como nunca.

 

Si se escuda en la forma del proceso en vez de salir a pecho descubierto dando la batalla a sus denunciantes, estará ingresando en el saco de los malayos o de los astapos.  Qué pena. Quién lo vio y quién lo ve. Inocente. Sin duda. Pero cobarde, un montón.

 

Un saludo.

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