FUNCIONARIOS MILEURISTAS
Díme de qué presumes y te diré de qué careces. Como anillo al dedo viene el refrán al señor Zapatero. De demócrata se jacta, de tirano ejerce. De dialogante se autocalifica, de dictador le sustantivan. De estadista alardea, de politiquillo le tachan. Podríamos seguir.
El señor presidente del dinitrotolueno que nunca existió, es experto, sin embargo, en explosivos globos sonda. Experimentado en estas lides de ver qué piensa el prójimo para posar del perfil que más le agracie. Así es Zapatero. El pensionazo, burda equivocación de alguna ministrilla torpe. La reforma laboral, mera broma a los sindicatos transmisores de su política. Ahora le toca el turno del rumor y el tono del bulo al Secretario de Estado Ocaña. Que hay que revisar el salario pactado para los funcionarios. Desmentido total a poco que el globo se fue inflando y a mucho que los empleados públicos se dieron por enterados.
Funcionarios. Paganos de todas las crisis y parias de todas las crestas económicas. Mártires de una oposición dura y víctimas de una envidiada estabilidad laboral. Mileuristas en su inmensa mayoría, disfrutan de la seguridad de su empleo cuando cinco millones de parados lamentan el día en que fueron despedidos del trabajo. Funcionarios mileuristas. En épocas de vacas gordas, a ver cómo los demás se benefician de sueldos más golosos. Cuando advienen las vacas flacas, se convierten en chivas expiatorias a las que aprietan sus ubres a fin de no incitar el malestar de otros. Mileuristas y funcionarios.
Funcionarios de Sanidad, de Educación o de la Administración General. Casi todos, mileuristas. A estos olvidados de los Gobiernos, se les quiere congelar el sueldo. Otra vez. Ocaña, que sí. Salgado, que no. Zarandeados por unos y vilipendiados por otros. Porca miseria. Que no dan un palo al agua, les ofenden. Que ellos sí deben jubilarse a los setenta, azuzan. Que no, respondo. Que no. Que nadie sabe, salvo ellos, lo que es tener un jefe a dedo nombrado. Que nadie puede imaginar el acoso que reciben de algunos malnacidos que les presionan sin piedad. Que nadie se da cuenta del esfuerzo de aguantar ocho horas ininterrumpidas entre montañas de papeles, en medio de un montón de historiales clínicos y al albur de las agresiones de unos menores sin control. Que nadie se quiere enterar.
Congelar el sueldo a los funcionarios. Ya lo hicieron Felipe y Aznar. Tuvieron coraje y éxito. Zapatero quiere pero no se atreve por el qué dirán. Pero qué le van a decir, hombre de Dios, que no le hayan mentado ya. Que maneja su Gobierno como un cura que yo me sé que se publicita en Internet. Una cara para dentro y otra para fuera. Un discurso angélico en el púlpito y un vulcano en la entrepierna. Dé la cara, presidente. No maltrate, más, a los funcionarios. Que son mileuristas. En tanto, sus asesores, sin seso para el trabajo pero con cerebro para poner el cazo, a vivir a costa del país. Déjelos en paz, presidente. A los funcionarios mileuristas. Y a los demás.
Un saludo.
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