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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MISTERIO DE IGUALDAD.


Querrá decir Ministerio. No, dice Misterio. Misterio de igualdad. Un ministerio es, en referencia al Gobierno, un departamento del mismo a cuyo frente se sitúa un ministro. De ahí los ministerios de asuntos exteriores o de economía. Son ministerios. Sin embargo, el de igualdad no puede ser un ministerio. No puede serlo. Por ello, se habla del Misterio de igualdad. La gestión del Presidente Zapatero sobre la igualdad le ha impelido a sacarse de la manga un departamento arcano, incomprensible e inexplicable, inaccesible a la razón. Ese departamento es el llamado Misterio. Misterio de igualdad.


Se entiende la igualdad como el resultado de reunir las cosas en virtud de su naturaleza, de su forma, de su calidad o de su cantidad. En este supuesto semántico, el departamento creado por Zapatero no es conforme a los ministerios de Fomento o Defensa, por citar algunos. No lo es. El propio Presidente lo confiesa: "probablemente el de mayor utilidad en relación a su presupuesto". O sea, el Presupuesto del departamento de igualdad es tan reducido, que su presupuesto es testimonial si se compara con el de los otros órganos del Gobierno. Zapatero lo crea con una mínima asignación presupuestaria. Lo cual agrega esoterismo al Misterio. Si se llama de Igualdad, habría que otorgársele unas cantidades acordes a su rango y, sobre todo, a su nombre. No olvide el jefe del PSOE que la igualdad es un derecho fundamental que adjetiva a los demás derechos y libertades que recoge el “núcleo duro” de nuestra Constitución. Los adjetiva y los multiplica. Sin la igualdad, las libertades serían café aguado. Nada de nada. Ahí tienen a Zapatero. Cómo cae en su propia trampa. Con razón se dice que se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Salvo... Salvo que, en vez de Ministerio, el presidente narciso admita haber instituido un Misterio de Igualdad.


Cosa distinta es el Principio de igualdad, en cuanto reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos. ¿Lo reconoce el Gobierno? Y si lo reconoce, ¿actúa en consecuencia? Al frente del Misterio, ha colocado a una mujer de su Partido. La señora Aído ha alcanzado tan alta magistratura del Gobierno sin que nadie sepa los méritos que justifiquen tamaño encumbramiento. Miren. Si se defiende la igualdad, no se puede pisotear el significado del concepto. Y se pisotea. De la misma manera que se pasa por el faldón de sus caprichos la capacidad de hombres y mujeres para presidir, con vitola de oportunidad, el cargo en cuestión.


Entonces, si el ministerio es un misterio y si la igualdad es un antifaz sin ojos para esconder la real discriminación, podemos concluir que el presidente del Gobierno hace de éste una logia y de sus ministerios, sectas adheridas indisolublemente al capricho del líder. Logia, secta, arcano, misterio. Mientras tanto, luces de neón que publicitan los juegos malabares de un presidente inepto, incompetente, incapaz, que mete el pie en el mismo cepo que él colocó. Lo malo es que las patadas a sus posaderas las pega en el trasero de los ciudadanos.


Cómo puede hablar de igualdad este dirigente. Cómo. Casi cinco millones de parados le contemplan. Al menos, que destruya otros cinco millones de empleos y, así, el número de trabajadores y de desempleados será parejo, equivalente, equilibrado. Con cinco millones de parados, hablar de igualdad es, más que un misterio, un exabrupto, un dardo envenenado directo al corazón de una sociedad que se desangra. Mientras tanto, el hombre juega a vender humo a las mujeres africanas. Para que España sea, cada vez más, igual, igualita, a Sudán, a Senegal, a Togo o a Tanzania. Eso sí que es igualdad. Y ahí no cabe misterio. Ni ministerio. A esa indiscriminación nos vamos de bruces.


Un saludo

 

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