DE TOLEDO (Willy) A CUBA (Fidel)
Orlando Zapata ha muerto. Después de una huelga de hambre de casi tres meses, este cubano se ha ido al otro mundo. Las declaraciones del actor Guillermo Toledo sobre el fallecimiento de esta persona son vergonzantes. No era más que un preso común, excusa el protagonista de “Crimen Inferpecto”. Un preso común. Como tal, merece la muerte, parece desprenderse de sus palabras. No se apena por ese hombre y por esa madre. Se apresura a defender a los verdugos. Toledo. Cuba. La Zeja.
Defender a Aminatu Haidar del dictador marroquí, descompensa su posición intelectual y comprometida. Ahora toca al otro lado. A favor del dictador cubano. Una carga contra el fascismo alauita y un mullido colchón al totalitarismo castrista. Tan contento el hombre. Ya lo dijo Aristóteles: en el centro radica la virtud.
Lo más sobrecogedor de las manifestaciones orales del señor Toledo es que Orlando Zapata se ha dejado la vida a causa de la huelga de hambre inducida por otros. Se puede ser delincuente común y no tonto o necesitado. Los terroristas suicidas iraquíes o palestinos reciben, a cambio de su inmolación, una serie de concesiones para sus familiares. Se matan pero dejan un pequeño patrimonio para los suyos. Además, se quitan la vida de un golpe. No se suicidan por episodios, como un culebrón venezolano. Zapata es un delincuente común singular. El único suicida al que se fuerza a no comer y al que se provoca para mantenerse en ayuno letal. El único. Rara avis.
Rara avis, como el señor Toledo. Ni al que asó la manteca se le ocurre acción tan peregrina. No crean que el actor español, de tanta clase como Javier Bardem, asa manteca. Lo que sí me consta es que le gusta la manteca. Que se deja seducir por la manteca. Que pone la mano cada vez que habla. Que avizora un contrato o una prebenda. Que es verdad que no hila muy fino. Pero que es muy cierto que en la rueca de su estómago cabe todo. Hoy toca defender a Cuba. Mañana se la ataca y en paz. No es así, lectores, no es así. La manteca no la recibe de Cuba, sino de su gobierno tiránico. Cuando éste desaparezca y la libertad vuelva a izar su bandera en aquella tierra, el actor Toledo no tendrá inconveniente en elogiar a los delincuentes comunes que, en nombre de la dictadura, roben y asesinen. Robarán y asesinarán, sí, a favor de los totalitarios. Eso dirá el excelso actor.
A Guillermo Toledo, cuya vasta filmografía conocen en Hollywood, le deseo lo mejor en su vida profesional. Me duele que el pobre se sienta agredido por las críticas. Me duele. La sensibilidad de algunos representantes de la casta de los cómicos es muy especial. No es como la de un albañil o la de un maestro o la de un camarero. Mucho más sensibles son ellos. Dónde va parar. Igual que su cultura y su erudición están muy por encima de la de los demás mortales. Guiones por aquí, estandartes por allí, pendones por allá. Por favor.
Fíjense en su atuendo. Progresía del más alto standing. Cabellos cuidadosamente despeinados por el peluquero más chic. Raídos pantalones vaqueros, confeccionados a mano por mujeres de Cuba a cambio de unos cuantos euros. Fina bufanda de seda, al estilo al fatah, primorosamente colocada sobre su cuello. Borceguíes de ante marrón de la casa Blahnik, que resaltan vigorosamente sobre sus pies enfundados en cálidas calcetas de cachemira. Como ornamento único, aparte del peluco áureo cubriendo delicada muñeca, la cartela con el NO A LA GUERRA que pende, destacada, de su camisa o de su casaco de la mejor tela. Almacenes La Zeja.
Guillermo Toledo, amigo, sigue defendiendo a la Cuba de Fidel o a la Venezuela de Chávez. Continúa, amigo. Con todos los tuyos. Los que ponen una vela al dios de la libertad que les permite decir las majaderías más indecentes, y los que colocan otro cirio al demonio del candado eterno, bajo cuyas rejas quieren ver a los pobres. Se lo dice un disidente franquista. Con todo respeto. Mis plegarias, para el señor Zapata.
Un saludo.
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