LA DOBLE MORAL
Alguna vez he escrito, y me complazco en repetirlo, que una sociedad se halla en peligro cuando los malvados se apoderan de ella porque la buena gente nada hace para expulsarlos de su seno. Los malos carecen de moral y a los buenos les sobra atonía. La moral son las normas por las que se rige la conducta de un ser humano en concordancia con la sociedad y consigo mismo. La doble moral se refugia en la parcialidad. Esto es, los mismos criterios no se aplican a todas las personas. Se favorece a unas y se agravia a otras. Los intereses propios se imponen al bienestar público. Las sociedades dirigidas por gobernantes partidistas , sectarios y subjetivos, están destinadas a la ruina.
La Guerra de Libia, -porque es guerra, no les quepa duda-, es una muestra reveladora de la doble moral que Zapatero practica con tanto arte como perversidad. Esta guerra, dice el señor de las mercedes más repugnantes, es legal, justa y necesaria. Lo contrario de la de Irak. La diferencia entre una y otra, el intérprete. El amigo de Pepe Blanco aborda una pieza de Chopin con una pandereta y vende la excelencia de su actuación. El que no sabe, no sabe y no es de más carne. Pero sí de menos vergüenza. El empeño de la cúpula psoecialista por marcar distancias respecto a Irak se mide en miles de unidades de injurias y calumnias. Las millares que dedicaron a Aznar. Asesino, coreaban las enardecidas y manipuladas huestes. Serán cobardes. Mentiroso, le gritaba la claque inmunda y furiosa. La vida termina colocando en su sitio la mala conducta de los humanos. Muchos se libran de ese castigo externo pero en privado sufren la humillación del prócer más pervertido.
Sadam era más bueno que lo es Gadafi. Los kurdos gaseados por el irakí no sufrieron muerte en la misma medida que la padecen los libios. Los gases letales de “El Químico” mataban más suavemente que los bombazos del señor de la jaima. Dónde va a aparar un muerto con otro. Entonces, Bono redondeaba su vocerío infesto e infecto con la célebre frase de “prefiero morir a matar”. Se necesita rimel para alquitranar los baches y los socavones de su rostro. En cambio, hoy prefiere matar a morir. Y ser millonario antes que simplemente rico. Los pacifistas visten en Libia el uniforme negro del fascismo más atroz. La misma indumentaria blanca que pringaron de chapapote para echar en cara a los populares el vertido del Prestige. Igual compostura en el atavío con que atacaron injustamente al expresidente Aznar.
El Congreso no se poblará de camisetas antibélicas que exhibían los León de Aranoa, Pilar Bardem, José Sacristán y otros miserables de la legua. y de la lengua. Zapatero compensa la desventura de sus taquillas y la vaciedad de sus representaciones. Su crítica a la sinrazón pura se resumía en su esperpéntica frase de antaño: "es el momento del patriotismo y el patriotismo es mantener la dignidad de un pueblo. El patriotismo es dignidad, nada hay más antipatriota que la sumisión (a Bush)". Será infame.
Infame e innoble. Indigno y depravado. Abyecto y despreciable. Un presidente de un país no puede desplegar esa doble moral que coloca a la nación en posición tan enojosa. Juega con las personas y con sus sentimientos como el tramposo profesional de los naipes marcados. Incluso con su propio partido que hoy le apoya aunque lo desprecie. Se irá cuando a él convenga. La maldad de uno se respalda en el conformismo interesado de sus compañeros de Ejecutiva. El debate sucesorio que él mismo abrió lanzaba más botes de humo para minorar la tempestad que se abatía sobre él. El tiempo y la guerra corren a su favor. Ser presidente del Gobierno de España es una lotería que a personas de sus cualidades toca una vez en diez mil años. Lo malo es que el Gordo de su suerte lo soportamos los españoles.
Rubalcaba y Chacón tendrán que esperar. Donde las dan, las toman. En la carrera de la autoridad y del respeto, ambos se alinean en la cola del pelotón de los deshonrados. Lidien con el toro que criaron. Y a falta de fiesta nacional, llévenlo a sus casas como animal de compañía. Doblemente inmoral.
Un saludo.
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