MIEDO A VOLAR
El decretazo del ministro Blanco recuerda la patada en la puerta de su compañero Corcuera. Tal para cual. Pasa el tiempo, pero los hábitos antidemocráticos marcan a fuego a algunos dirigentes del PSOE. Son señales indelebles de un sectarismo inserto en los genes políticos.
El problema de los controladores aéreos no está, ni de lejos, solucionado. Si acaso, aparcado. No me refiero a los múltiples coletazos que propinará el cetáceo acorralado. No. Lo que apunto es a la seguridad aérea que proporcionará al viajero una posición tan encontrada como la que se refleja. La pregunta no es: ¿se estima que en Semana Santa puede haber huelga? Con ser importante el tema, no deja de ser coyuntural, puntual, estacional. La cuestión es de mayor calado. Se aposenta en la estructura. ¿Se añade un plus de peligrosidad a los vuelos?
Me explicaré a fin de no provocar alarma. Mao, el histórico líder de la revolución comunista china, creyó que la laboriosidad de su numeroso pueblo bastaba para acometer las grandes empresas económicas que precisaba el país. Convocó, pues, a millones de compatriotas a un trabajo extenuante que propiciara el desarrollo económico de su pueblo. Se equivocó. No es suficiente el querer. No triunfa, siquiera, el que puede. Es imprescindible el saber. Si falla éste, el derrumbe es total. Se manifiesta, una vez más, la tragedia de las buenas intenciones. El gran salto adelante de los chinos se tradujo en un batacazo de mil pares. No es posible el desarrollo económico, cultural, educativo, etc. sin técnicos, sin expertos, sin científicos, sin peritos. Un albañil al uso podrá construir una casa pero nunca se responsabilizará de las torres Petronas. El tema, de tan obvio, es un axioma.
Pepe Blanco es de los que piensan que si él, que carece de estudios universitarios, ha llegado a ministro, es debido a su valía intelectual. Yerra. Blanco se equivoca como los pigmeos Mao que en el mundo son. Blanco podrá ordenar y mandar en virtud de su poder legal. Sin embargo, como carece de autoridad, nunca podrá dar ejemplo. Que los controladores aéreos se arriscan, mazazo en salva sea la parte. Liberalizo la función y asunto terminado. Que no, Blanco, que no. Que los controladores, como los pilotos, los ingenieros o los profesores no se nombran a dedo como se hace con los ministros. Que no. Que la cosa es mucho más seria. Que los controladores son personas muy preparadas y su misión es clave en el incesante tráfico aeroportuario. Que se le meta en la cabeza, ministro. Que se deje de grandes saltos adelante, no sea que tengamos una desgracia de la que nos condolamos todos para muchos años, Nosotros nos condoleremos, pero usted se iba a enterar.
Los pasajeros de aviones ya tenemos suficiente con el miedo a volar. No agregue usted otros componentes a ese miedo. Miedo a despegar y a aterrizar. Mas no porque se dude de la pericia del piloto o de la calidad del avión. No. Miedo a causa de que los controladores aéreos sustitutos no sepan hacer su labor con la aseidad de los sustituidos. Miedo a que los controladores de ciertos aeropuertos sean suplidos por aparatitos tecnológicos que, en modo alguno, son de todo fiar.
Lo dicho. Uno está harto de aficionados. Pero de dictadores de porra, hasta la coronilla, oigan. Hasta la coronilla. Les aseguro que ni siquiera conozco de vista a controlador aéreo alguno. A controladores inquisidores y censores, a muchos. Blanco, por ejemplo.
Un saludo.
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