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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DIFUNTOS MUY VIVOS

Siempre se avisó de no vender la piel del oso antes de cazarlo. La prepotencia puede ser un mal negocio. De la misma manera que todo abuso es reprobable. Del mismo modo que los alardes de superioridad esconden un complejo de lo contrario. El rodillo, en fin, supone una dominación despótica que convierte la democracia en pura tirania.

 "Tirano Banderas, con olisca de rata fisgona, abandonó la rueda de lisonjeros compadres y atravesó el claustro (...), escribía don Ramón María del Valle Inclán. El tirano del día de hoy es la muerte. Su bandera ya no es negra ni porta entre sus manos la guadaña. Se disfraza de accidente pero es esencia. Su palidez es gótica de maquillaje. Se esconde en la historia para hacer acto de presencia. Decía Séneca que "es preferible quitarse la vida, a una vida sin sentido y con sufrimiento". Es la renuncia a la lucha. El conformismo abate al luchador. Pelea y disfrute caminan íntimos en la forja de la vida.

 Aborto como delito. El delito de la eutanasia. Nos estamos haciendo dioses que damos y quitamos vida. La vida pierde su sentido en manos de los demás. La excepción se hace regla y la regla se desprecia. Todo es relativo. Todo vale. La comprensión de lo que no se entiende y de lo que se reprueba es el umbral de la nada. Hoy, el aborto. Mañana, la muerte que se dice digna. Dioses. Dioses de papel de fumar. Dioses no héroes. Dioses de carne de gallina que prefieren la paz de los cementerios a la guerra de la vida única que nos toca vivir. Rendición manifiesta ante el enemigo que nos arrebata nuestro más preciado bien. La cobardía es la bandera de la muerte tirana.

 Hay mucho vivo entre los defensores del difunto. Y ocurre que ese difunto está muy vivo. Algunos lo quieren enterrar deprisa, con prisas. En medio, las plañideras. Alea jacta est. La muerte se está haciendo un derecho de todos. La vida, la carga de unos pocos. La carga de los más vivos. Vivos. No difuntos.

 Un saludo.

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