DESCERRAJADORES DE CAJAS
Una de las grandes lacras de la política económica de nuestro país ha sido la intromisión de los políticos en los consejos de administración de las cajas de ahorro. La promulgación de la Ley de Órganos Rectores contempló una composición heterogénea que actuaba bajo el denominador común de las representaciones de partidos y organizaciones sindicales y empresariales. De este modo, se llegó a la conclusión de que la mejor finalidad social de las entidades cajistas era beneficiar al personal no profesional y satisfacer los intereses de la cleptomanía institucionalizada. Al menos, a juzgar por los escándalos destapados que han costado miles de millones de euros al erario público sin que el Banco de España, Hacienda o el Gobierno hayan tomado cartas en el asunto.
La desvergüenza ha sido la tónica general. Lo de Bankia, un ejemplo a tener en consideración. La presidencia de Blesa arroja un escandaloso índice de golfería: la coparticipación en el desfalco de los partidos de derecha e izquierda y de los dos grandes sindicatos, ya sea por acción o por omisión. La noticia recobra candencia en las postrimerías de este año trece del siglo a raíz de la adjudicación de Novagalicia al venezolano Banesco por apenas mil millones de euros. Mil millones tan sólo cuando rescatar a la entidad nos costó a los españolitos nueve mil millones. Una ganga al comprador y una estafa a los paganinis.
El Banco de España estima en más de sesenta mil millones el saneamiento de las cajas. Sin embargo, entre pitos y flautas y entre inyecciones y capitalizaciones, el cachondeo de la “representaleche” nos ha costado casi cien mil millones. Una cervecita con cianuro. Si ingerimos la bebida con su componente local, nos podremos ahorrar durante dos años el pago del desempleo.
Hay gente que, cuando escucha a Rajoy, engolado como un pavo real, le entran tentaciones avicidas, sobre todo en Navidad. Los brotes verdes de ZP y la superación de la crisis de don Mariano nos tocan las meninges. Las cajas o bancos rescatados van a devolver el dinero el día que las ranas críen pelos. Los ciudadanos estamos atravesando los mismos baches de miseria que ayer. Y si de vez en cuando aparece algún indicador despistado, vienen los ladrilleros y comienzan a soplar y sorber al mismo tiempo. Mira que es difícil, pero ellos lo consiguen. Nos sorben la teta de nuestros minúsculos ingresos y nos soplan el aliento fétido que producen al succionar. Los políticos y sindicalistas de tronío, cada vez más ricos.
Seguro que el gran fraude se reedita de nuevo. Cuestión de tiempo, de olvido, de delincuentes de cuello blanco y de cómplices de pantalones de pana o de trajes de Loewe. Seguro. Los descerrajadores no tienen límite.
Un saludo.
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