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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE LOS 400 EUROS, NI HABLAR: NUEVOS PÍCAROS


 Después de El Lazarillo de Tormes, se considera a "Guzmán de Alfarache" la cumbre de la novela picaresca española. Su autor, Mateo Alemán. Este escritor sevillano, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, -Barroco y crisis van de la mano-, pone en boca de uno de sus personajes la siguiente idea: "Quien quiere mentir, engaña y el que quiere engañar, miente".

 La crisis global -agudizada especialmente por la ineptitud de ZP y los suyos- es la causa directa de un renacer de la figura del pícaro en España, país de tunantes donde los haya. Entre la legión de bribones y galopines de nuestra época se distingue un español de Galicia que, merced a las servidumbres de su partido político, ha alcanzado la alcurnia administrativa de todo un Ministro de Fomento. Me refiero a don José Blanco. Se dice de él que carece de títulos universitarios pero que suple su carencia académica con la sagacidad de quien ha cursado la universidad de la calle.

 No es empresario don José. Tampoco se le conoce patrimonio de herencia. No casó, se dice, con mujer de posibles. Se ignora que fuese sonreído por la veleidosa fortuna del azar lúdico. Desconócese de alma generosa que le haya donado sus bienes. Nada de cuanto antecede ha sido preciso para que el señor Blanco cobre más -bastante más- de cincuenta mil euros. Incluso, el prócer psoecialista se tira a la yugular de posibles críticos y advierte: "
quien cobra más de 50.000 euros, no es rico".

 Ya decían los socialistas preconstitucionales que ellos no acabarían con los ricos, pero sí terminarían con los pobres. En un país con cuatro millones de desempleados -y sigue la progresión del paro- , con una inmensa mayoría de mileuristas entre los ocupados y con pensiones de vértigo a la baja, el señor Blanco, dice, no es rico. La dialéctica acompañó siempre al pícaro y lo conduce a un arrastramiento que se resume en el dicterio que se menciona en el párrafo inicial del artículo sobre la falsedad y la mentira.

 No es rico don José. Tampoco lo es la señora Pajín. Ni Corbacho, ministro del paro. Los ricos somos los demás. Porque no es que necesitemos menos, es que tenemos que hacer de nuestras carencias, virtud de paciencia y de obediencia. Ayer, en víspera electoral, el caudillo Zapatero nos arrojó unos cuantos euros para fomentar el consumo (?). Hoy, atrás la efemérides democrática, don José Blanco nos lanza otra andanada de desvergüenza política: "ya se puede suprimir la deducción de 400 en el IRPF (...) pues se creó para ayudar a los ciudadanos en un momento de hipotecas caras y precios imposibles". 

 Nos timan. De una manera impune, nos timan. Decía Napoléon Bonaparte que "tan
tranquilas son las personas honradas y tan activas las pícaras, que a menudo es necesario servirse de éstas". Ellos lo saben. Nosotros, también.

 Un saludo.

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