ZAPATERO NO ES PIQUETERO, SINO REPIQUETERO
Lo ha dicho Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid: "el presidente es un sindicalista retrógrado y piquetero". La señora Aguirre me parece una gobernante -que no gobernanta- eficaz y honrada, cosa difícil en política. Sin embargo, no estoy de acuerdo con las palabras que, en esta ocasión, dirige a Zapatero. No son propias de una persona instruida que utiliza el lenguaje con gran propiedad. Veamos.
Aguirre peca por defecto, por imprecisión, por falta de concreción, cuando se refiere a Zapatero como presidente. Me explico. Zp es presidente. Correcto. Lo que no especifica doña Esperanza es si preside una comunidad autónoma, una institución benéfica, una empresa privada o una escalera de vecinos. Tampoco si esa condición presidencial le ha llegado a raíz de una votación libre, no condicionada, no sujeta a presión, en un plano de normalidad social o, si por el contrario, le ha tocado en una tómbola, como consecuencia de un regalo o mediando un suceso funesto como el de los atentados de Atocha. Anson mortifica a muchos, con gracejo, diciendo que ZP es el presidente por accidente. Si encamina su discurso hacia el presidente del Gobierno español, entonces el problema se complica. Porque desde un punto de vista formal, técnico y teórico, sí lo es en efecto. Cosa distinta es que la presidencia de ZP se distinga por criterios de oficialidad fundamental y por su trasunto de praxis. Ambas ideas pueden ser discutibles. Lo que resulta ajeno a polémica es que sea el presidente de todos los españoles. Su cariz sectario, sus decisiones insulsas, su tendencia a torear de salón, su incapacidad para separar su representación de España con la Secretaría General de su Partido, su liviandad intelectual, su ausente formación histórica, su desinterés hacia lo que ignora y su sesgo de actor de reparto que tiende a creerse protagonista distinguido de impar obra de teatro, hacen de él un paradigma -negativo- de lo que no debe ser un presidente de España. Por tanto, señora Aguirre, a fin de no dar demasiadas explicaciones en el futuro, le recomiendo que cuando mencione al Secretario general del PSOE, utilice esta denominación o, sencillamente, recurra a llamarlo por su apellido, Zapatero, o por su marca comercial de ZP.
En cuanto a sindicalista, peor me lo pone. Si por sindicalista se refiere a partidario del sindicalismo y este término se define como sistema de organización obrera por medio del sindicato, desembocamos en el concepto que articula la idea: sindicato. Por sindicato se entiende asociación de trabajadores que se constituye para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros. A partir de esta definición chirrían los ejes de mi carreta. "Si a mí me gusta que suenen ´pa qué` los quiero ´engrasaos`", decía el trovador argentino. ZP no puede ser sindicalista. A lo más que puede aspirar el leonés nacido en Valladolid es a poner en su carnet de vallisoletano la ascendencia leonesa. No una ascendencia cualquiera, no. Zapatero es de ascendencia minera, batalladora, solidaria de los más débiles. Pero, oiga, que ZP no ha pisado una mina en su vida, es que ni siquiera sabe los que es un malacate. Así es, pero él se lo cree y quiere pasar a la posteridad como el presidente de los obreros y no -la realidad se encarga de subrayarlo- como el señor del desempleo y de la ruina económica. Sindicalista. Por favor. Un respeto a quienes se parten la cara por los trabajadores.
Al menos, articulista, admita los calificativos -especificativos- de retrógrado y piquetero. Tiempo al tiempo. Retrógrado, se acepta, en tanto ZP cree -quiero hacernos creer- que vive tiempos pasados. Mas cada vez engaña menos y a menos. ZP es el "summum" de la apariencia, el vendedor de iconos bizantinos manualizados hoy, el marchante de imágenes de rostro virginal e interior -que no vemos- purulento, el traficante de trasnochados talantes. Tras la apariencia, el vacío, el vano, la nada. En cualquier caso, asumo lo de retrógrado, igual que pulpo como animal de compañía. Ahora bien: lo de piquetero, sí que no. Demasiado para mi "body". Desde su pedestal de presidente, ZP no se rebaja a ser un piquetero más. Muy exquisito se nos presenta don Jose Luis para función tan servil y tan poco democrática. ZP no puede ser piquetero. Repiquetero, sí. Le cuadra. No lo contempla el DRAE, pero vale para el juego de palabras. Repiquetear significa repicar con mucha viveza, hacer ruido golpeando repetidamente algo. ZP toca las campanas como pocos. Dispone de "clochards" expertos que amplifican su discurso infantiloide y cuenta con maestros del marketing que introducen una pátina de adultez que simula el mensaje hablado. Por eso, ZP no es piquetero, sino repiquetero. A base de altavoces (eludo el término anglicista de los bafles), consigue dar a sus palabras el marchamos de ideas, y a sus ideas, la etiqueta de calidad. Pero no nos engañemos. Ni hay ideas ni calidad. Hay repique, mucho repique.
En suma, señora Aguirre, le sugiero mayor propiedad a la hora de referirse al que, hoy por hoy, es presidente. E insisto: basta ZP o Secretario General del Partido al que el Gobieno de España sirve.
Un saludo.
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