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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ABRAZAR A LA LUNA

ABRAZAR A LA LUNA

 

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 La mentira política onubense comparte cama con la ideología política embustera. El chalet del Conquero rezuma humedades demagógicas por sus paredes. La pandilla que se reúne en el interior de aquellos muros sabe tela. Tela y cortinones. Cualquier cosa que tape y oculte la verdad se hace cuerpo en la vivienda psoefamiliar de Mario Jiménez y de los suyos. Alfombras que no dejen ver las basuras acumuladas en los suelos o falsos techos que impidan observar la mugre cenital. Todo vale.

 

La cohorte mediática del partido de los EREs lanza soflamas, urbi et orbi, a la multitud enardecida. Estos sofistas de baja estofa son, en cambio, grandes propagandistas del mal. De tan chulos, se confiesan humildes. Ocurre que, en la manifestación de sus palabras, son traicionados por su instinto predador y carnicero y la lengua les juega una mala pasada: “los psoecialistas somos los más humildes del mundo". El oxímoron se hace carne moral en los ventrilocuos del poder y meten la pata hasta las ingles. En este contexto, no censuran la inoperancia lesiva del felizmente ido Zapatero. En absoluto. Utilizan las carencias gubernamentales del zangolotino expresidente para reclamar al heredero la inopia de aquel. Lejos de quejarse por la infeliz pasividad ética del Gobierno del Psoe, tiran los trastos decrépitos de su gestión al recién llegado.

 

Zapatero nada quiso saber sobre el aeropuerto, el AVE, los puentes a Punta Umbría o el desdoble de la nacional a Badajoz. Pues eso. Al socaire de las deficiencias del padrino zapaterone, exigen al Gobierno emprendedor los euros que don Vito se gastó en otros fondos. De ahí que Javier Barrero, hacedor de trucos y desfacedor de heredades, pida cuentas a Rajoy de las asignaturas suspendidas por el que fuera gran maestre de la logia de Ferraz. Como don José Luis dejó de invertir una pila de millones en Huelva, pues que los pague el cumplidor don Mariano. Si los hay con cara, don Barrero y don Mario se asoman a la balconada de los más arrojados.

 

Ortega y Gasset lo plasmó con extraordinaria claridad en su “Rebelión de las masas”. La ideología política, aseveraba el filósofo, es una de las infinitas maneras que tiene el hombre de hacer el imbécil. Quienes se emperran en ella, provistos de las orejeras de los jumentos, muestran el avance de su hemiplejía moral. Estos señores del chalet del Conquero desfilan por los medios afines y mediopensionistas seguidos por la charanga carnavalera de los músicos de la radio y de la tele que viven merced a las dádivas y a las subvenciones de los integrantes del cortejo. Son los mismos que abrazaron la luna parisina del Hotel de Petronila y tiraron a bolsillos cercanos los millones de euros de los contribuyentes. Son los mismos que prometieron un tren de alta velocidad y nos vendieron como realidad un proyecto de maqueta. Los mismos que construían castillos en el aire y puentes sobre ramblas.

 

Las vacas están flacas porque los ganaderos del rebaño han vaciado sus entrañas. Gordas y bien robustas se las encontraron. Hicieron del redil un burdel y del campo una viña sin vallado. A vivir que son tres días. Días de champagne y de blancos polvos. Meses de festejos interminables y de deudas kilométricas. Que ahora están de mala luna, se les nota. Que se percibe su perturbación porque piden al satélite lo que antier negaron al sol, sin duda. Lo que no pueden hacer es ladrar a la luna. Si manifiestan de forma necia y vana su enojo por haber perdido el poder, que se concentren en los círculos de sus propias sedes y exhiban pancartas de reprobación contra sus nefastos dirigentes. Asuman su responsabilidad y su culpa. Dejen de señalar las pelusas del chaleco del adversario y zurzan los rotos y descosidos del terno propio.

 

En vez de ladrar, abracen. Si no a la luna, a la sensatez y a la concordia. Sean humildes pero no se postulen como los más humildes del orbe. Se les ve el plumero.

 

Un saludo.

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