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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE MARINO BARBERO A CARLOS DÍVAR (Y tiro porque me toca)

 Alguna vez lo he comentado. Incluso puedo haber reiterado este comentario en diferentes artículos. Reiterar viene de iterar e iterar significa repetir. Ojo con el PSOE. Para muchos de sus dirigentes, el poder es una obsesión. De la misma forma que una organización mafiosa persigue sus objetivos sociales, económicos y políticos sin reparar en legalidades, ciertos responsables del PSOE entienden a este partido como una empresa de alcance estatal en la que hay tantos intereses espurios que no se pueden permitir el lujo de perder el gobierno (donde lo tienen) y utilizan todos los recursos (todos) que poseen para obtener el gobierno (donde no lo tienen). ¡Ay de quienes se oponen a la maquinaria psoecialista! ¡Ay de los que osan poner chinitas en su aparato mediático!  ¡Ay de cuantos contribuyen, siquiera sea con sus críticas -qué digo ya de sentencias judiciales-, a roer la ambición de esta estirpe tiránica!

 Tan largo preámbulo para tan corto mensaje. Si ustedes, lectores, recuerdan el escándalo FILESA, rememorarán este caso de corrupción. FILESA era una empresa, entre tantas otras, cuyo fin era la financiación ilegal del PSOE, entonces liderado por Felipe González. El juez instructor designado al efecto fue Marino Barbero, magistrado del Tribunal Supremo y jurista de reconocido prestigio. Al cabo del proceso de instrucción, se dictó auto de procesamiento contra 39 personas por presuntos delitos de falsedad documental, malversación, apropiación indebida, etc. Antes, sin embargo, fue tal la presión que soportó el magistrado,que, al poco tiempo, abandonó el Supremo y se dedicó a la docencia. Tantas y tan crueles fueron las críticas que recibió, que el señor Barbero tuvo que dejar sus funciones judiciales. Meses después, el señor Barbero falleció. Agua pasada, me dirán, no mueve molino. Sí lo mueve. La historia, por más que se adultere, por más que se reescriba, por más que se relate de forma interesada, resurge cual fantasmagórica aparición, tarde o temprano, y los mecanismos de la mente comienzan su movimiento de investigación para poner de manifiesto las maldades del alma humana. Y si no, prosigan su lectura.

 Carlos Dívar es el actual presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Este malagueño, de probada categoría como jurista, fue elegido por unanimidad para el cargo que ahora ostenta en virtud de ser una persona "capaz de generar confianza y consenso" así como por "su capacidad de diálogo y trabajo conjunto".Pues bien: ha bastado que el señor Dívar se opusiera con su voto al informe que considera constitucional la ley de plazos en el aborto, para que la jauría mediática arremeta contra él y lo tache, cuanto menos, de ultra-religioso. Pero no un ultra-religioso cualquiera. No. Pudiera ser islamista o budista, y tendría un pase. Sin embargo, ser ultracatólico, es demasiado para el PSOE y para su más cercano corifeo, El País. Ultracatólico. Vade retro.

 Ha comenzado la cacería. Ya veremos si abaten la presa. Salvo que Dívar dé una de cal y otra de arena, terminará decorando el salón de trofeos de los grandes amos de la política española. Bajo su cabeza, anexa a la de Barbero, la leyenda siguiente: "de Marino a Carlos, especies no protegidas del Supremo". Especies a extinguir. Las que no cuenten con la protección del Partido. ¿Pasa algo?


 Un saludo.

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