ZP DIXIT: YO SOY EL PRESIDENTE DEL GOBIERNO -¿DE VERDAD LO PRESIDE?-
Las expresiones de ciertos personajes públicos revelan hasta qué punto pueden estar afectados por algún tipo de complejo. Por ejemplo, se denomina "aquilianos" (por Aquiles) a los que tienden a ocultar su propia debilidad bajo una máscara de fortaleza. Del mismo modo que se califica de "aristotélicos" a los que dirigen todo su esfuerzo a subrayar (con negrita, cursiva y mayúscula) la importancia de su función para situarse por encima de quienes les precedieron. Otro grupo lo forman los "bovarystas", que creen ser quienes realmente no son. Las personas que padecen el complejo de Creso se caracterizan por manifestar una superioridad a base del despilfarro de sus riquezas, aunque no sean suyas.
Zapatero buscaba granjearse, una vez más, la simpatía de los sindicatos y de la patronal. Una cena en La Moncloa se ofrecía promesa sugerente a tal fin. Uno de los medios más utilizados por los donjuanes de opereta que en el mundo son, es el de seducir -nunca convencer- activando los sentidos. Moncloa. Noche. Manjar. Escenografía. Puro Barroco. Todo presto para la representación. La obra: "el diálogo social". La trama poco tiene que ver con el diálogo -dinero el que cuesta la adhesión inquebrantable de Méndez y de Toxo- ni con lo social -ni los sindicatos representan hoy a los ciudadanos ni la patronal descuella por su filantropía-. Son las máximas del Barroco. Teatro. Mucho teatro. Marco incomparable.
Y, sin embargo, fracaso. Falló la puesta en escena. Los protagonistas no son grandes actores. El público se aburría. A esto que uno de los cómicos se salió del guión. Ferrán representó un papel no querido por el escenógrafo. No se conformaba con dinero. Reivindicaba reformar el mercado de trabajo y reducir las cotizaciones de la Seguridad Social. Cabreo. -¿De qué vas, Gerardo, le espetó malhumorado el director frustrado. -¿No serás un submarino pepero?, parecía desprenderse de la anterior pregunta. -Me estás fastidiando la foto, se deducía de la mirada presidencial. -Tienes 48 horas, forastero, ultimó/intimó ZP. -Que no, legislaré, terció amenazante el ayudante Corbacho.
Mientras a unos se les va la fuerza por la boca, los españoles se muestran cada vez más inquietos ante la posibilidad de perder su empleo. Un 65% de nuestros conciudadanos teme el paro. En la UE, este temor sólo afecta a un 32%. Claro que si en pleno verano, la Encuesta de Población Activa (EPA) sitúa la tasa de desempleo en el 17,9%, uno se explica la abismal diferencia. Crisis global, sí. Crisis española, peor, desde luego. El presidente juega a las casitas. Los sindicatos, encantados. La patronal da el portazo. La patronal es muy mala. Quiere el despido libre. Pretende esclavizar a los trabajadores. Sólo buscan enriquecerse. Llevarse el dinero a Suiza. Malos, que son muy malos. Ayer, cuando se doblegaban a las exigencias del guión monclovita, gente sensible. Hoy, hastiados de una obra sin porvenir, piden el finiquito. Ahora son malos. Insensibles.
¡Qué dirá la historia! Felipe lo hizo peor. Y Aznar para qué hablar. Yo, el mejor, el más bueno, el más rojo, el que más defiende a los obreros. El que gasta todo lo que tiene. Lo que tiene España. Lo que pagamos los contribuyentes. ZP tira con pólvora del rey. La democracia es ZP. Sólo ZP. ¿Y el complejo de Napoleón?
Un saludo.
Zapatero buscaba granjearse, una vez más, la simpatía de los sindicatos y de la patronal. Una cena en La Moncloa se ofrecía promesa sugerente a tal fin. Uno de los medios más utilizados por los donjuanes de opereta que en el mundo son, es el de seducir -nunca convencer- activando los sentidos. Moncloa. Noche. Manjar. Escenografía. Puro Barroco. Todo presto para la representación. La obra: "el diálogo social". La trama poco tiene que ver con el diálogo -dinero el que cuesta la adhesión inquebrantable de Méndez y de Toxo- ni con lo social -ni los sindicatos representan hoy a los ciudadanos ni la patronal descuella por su filantropía-. Son las máximas del Barroco. Teatro. Mucho teatro. Marco incomparable.
Y, sin embargo, fracaso. Falló la puesta en escena. Los protagonistas no son grandes actores. El público se aburría. A esto que uno de los cómicos se salió del guión. Ferrán representó un papel no querido por el escenógrafo. No se conformaba con dinero. Reivindicaba reformar el mercado de trabajo y reducir las cotizaciones de la Seguridad Social. Cabreo. -¿De qué vas, Gerardo, le espetó malhumorado el director frustrado. -¿No serás un submarino pepero?, parecía desprenderse de la anterior pregunta. -Me estás fastidiando la foto, se deducía de la mirada presidencial. -Tienes 48 horas, forastero, ultimó/intimó ZP. -Que no, legislaré, terció amenazante el ayudante Corbacho.
Mientras a unos se les va la fuerza por la boca, los españoles se muestran cada vez más inquietos ante la posibilidad de perder su empleo. Un 65% de nuestros conciudadanos teme el paro. En la UE, este temor sólo afecta a un 32%. Claro que si en pleno verano, la Encuesta de Población Activa (EPA) sitúa la tasa de desempleo en el 17,9%, uno se explica la abismal diferencia. Crisis global, sí. Crisis española, peor, desde luego. El presidente juega a las casitas. Los sindicatos, encantados. La patronal da el portazo. La patronal es muy mala. Quiere el despido libre. Pretende esclavizar a los trabajadores. Sólo buscan enriquecerse. Llevarse el dinero a Suiza. Malos, que son muy malos. Ayer, cuando se doblegaban a las exigencias del guión monclovita, gente sensible. Hoy, hastiados de una obra sin porvenir, piden el finiquito. Ahora son malos. Insensibles.
¡Qué dirá la historia! Felipe lo hizo peor. Y Aznar para qué hablar. Yo, el mejor, el más bueno, el más rojo, el que más defiende a los obreros. El que gasta todo lo que tiene. Lo que tiene España. Lo que pagamos los contribuyentes. ZP tira con pólvora del rey. La democracia es ZP. Sólo ZP. ¿Y el complejo de Napoleón?
Un saludo.
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