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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE MINISTRAS Y CANDIDATAS

 Berlusconi me hace tan poca gracia como ninguna. Su última "boutade" ha sido la de reclutar a una serie de chicas hermosas para presentarlas como candidatas de su partido a las próximas elecciones europeas. Las críticas le han llovido por doquier. Sin embargo, ninguna de las que he leído ha entrado en el fondo de la cuestión: si esas señoras de enorme atractivo físico son, a su vez, mujeres de evidente valía intelectual. De ser así, las críticas hubieran adolecido de machismo flagrante. O lo que es lo mismo, los críticos hubieran sido víctimas de su propia maldad, ya que habrían atribuido a "Il cavaliere" unos propósitos idénticos a los de ellos mismos. Pudiera ser que se cumpliera, una vez más, el imperativo categórico de Kant, que puede resumirse así: "no hagas a los demás lo que no gusta a ti".
 Del mismo modo, y en semejante dirección, nadie ha parangonado la difundida resolución del primer ministro italiano con el concepto de "cuota" que, convertido en ley, tiende a equiparar la presencia de señoras y señores en los órganos de poder. Normativa esta que exige un porcentaje similar de participación gubernamental entre hombres y mujeres, despreciando el principio de igualdad, mérito y capacidad que preside nuestra Constitución y el Ordenamiento administrativo. ¿Zapatero nombró ministra a Magadalena Álvarez por su capacidad intelectual y de gestión sin tener en cuenta su atractivo físico? ¿Y en el caso de la señora De la Vega? ¿Movió al presidente del gobierno español el hecho de la belleza juvenil de Bibiana para justificar su nombramiento como ministra? No hay respuesta para el caso de Zapatero. Sí es coincidente una idea: que él ha nombrado a quien le ha dado la gana en virtud de su atractivo psico-físico, mas, sobre todo, pues las variables devienen constante, a causa de su pertenencia al partido socialista. Esta constante vuelve a convertir la política en un mal estilo porque la democracia coloca como primera premisa de funcionamiento el servicio al pueblo soberano, del que emana todo el poder. Nuevamente se confunde partido con gobierno o, lo que es peor, se pone el gobierno al servicio del partido y no al revés.
 La ministra Bibiana, de rancio abolengo psoecialista, pudiera haber sido ministra de Berlusconi como lo es de Zapatero. Si lo fuera de Berlusconi, y hubiera dicho tan campante lo de "miembra" o sustantivara como galicismo el término "fistro", la prensa adicta hubiera alanceado a la señora y al dueño de Tele 5. Bibiana ha declarado:
«Me considero una mujer comprometida desde que tengo uso de razón, muy luchadora, muy trabajadora, muy autoexigente, sensible a los problemas sociales, honesta, buena persona...». Ninguna de las candidatas de don Silvio ha podido emitir un juicio mínimo en su defensa. Se ha crucificado al hipermillonario por ser quien es. Se ha despreciado a sus futuras compañeras de formación por el mero hecho de ser hermosas. ¿No es eso discriminación? ¿No estamos ante un caso de machismo galopante? ¿No se están aplicando dos varas de medir? ¿No constituye esta crítica un acto prejuicioso sin proceso? A mí me lo parece. Menuda carrera nacer en el seno de una familia noble del socialismo gaditano o sevillano. Que se lo digan también a Pizarro, el nuevo ministro de Griñán.
 En cuyo caso, Berlusconi, payaso. ¿Y Zapatero, qué?
 Un saludo.

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