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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL ABORTO DE BIBIANA AIDO

EL ABORTO DE BIBIANA AIDO

   No quisiera que el enunciado del artículo llevara a confusión en tanto alguien pudiera interpretarlo como una ofensa a la señora Aido, por lo que me apresuro a aclarar que el título responde al carácter central de mi comentario, el aborto, y a la protagonista de la polémica surgida en torno al concepto: la Ministra Aido.

    Pero vayamos por partes y que la primera sea identificar a Dª Bibiana. Si mis fuentes de información son fidedignas, Bibiana Aido ocupó la cartera de Ministra de Igualdad con 31 años. Licenciada en Administración y Dirección de empresas por la Universidad de Cádiz, realizó un Master en el Reino Unido y desarrolló, durante apenas un año, actividades laborales en una empresa privada y en una sucursal bancaria, como tantos otros jóvenes que cursaron los mismos estudios. Hasta ahí, la normalidad más absoluta preside su vida juvenil. Lo que ya no es tan normal es su curriculum político. Verán. Fue miembro (no miembra, no confunda el género con el sexo) de las Juventudes Socialistas en su Cádiz natal. Perdonen un inciso. Cuando escucho o leo el término Juventudes Socialistas o Nuevas Generaciones o expresiones de esa laya, la mente me conduce al mundo de terror creado por las Juventudes hitlerianas, y el recuerdo me causa escalofríos. Antes de 2003 ya ocupó un cargo político de cierta relevancia en un organismo oficial. Durante poco tiempo, porque con apenas 26 años de edad fue nombrada Delegada Provincial de Cultura en Cádiz y, dos años después, Directora General de la Agencia Andaluza del Flamenco. En 2008, accedió al Parlamento de Andalucía y ese mismo año, Zapatero la elevó a la categoría de Ministra de España. Ministra de Igualdad. Un ministerio nuevo que se sacó de la manga el Presidente (por accidente, con permiso de Luis María Anson) del Gobierno.

    Uno, ante tan meteórica carrera política, no puede sino asombrarse. O el mérito intelectual, cultural, laboral y personal de la señora Aído es tan singular como irrepetible, muy por encima de millones de españoles universitarios como ella, o aquí hay gato encerrado. ¿No será, me pregunto, que todo el bagaje de doña Bibiana, quepa, se contenga, en el interior de un pequeño cofre en cuyo frontal se lee: "soy del PSOE"? Si para tanto viaje político se necesita tan escasa alforja, ¿cómo se explicarán los jóvenes la igualdad de oportunidades, la igualdad de trato, la igualdad ante la ley, si pese a sus esfuerzos en los estudios, el horizonte que les espera es la ausencia de empleo, mientras que Aido se privilegia de su adscripción política y del tronío de su familia, amiga de Felipe González, de Manuel Chaves o de José Luis R. Zapatero? Curiosa igualdad la que pregona la joven ministra.

    Hecho el preámbulo, paso al quid del asunto: el aborto. Este articulista es un decidido defensor de la moral en cuanto principio rector de los comportamientos individuales. Sin embargo, la moral posee tal carga de subjetividad que sus límites inciertos provocan indefinición (para unos, lo ancho; para otros, lo estrecho) e inseguridad jurídica. De ahí que en la organización de la sociedad, deba ser la ley, y sólo la ley que emana o brota del pueblo a través de us representaciones parlamentarias, la que rija las relaciones entre los ciudadanos y entre las instituciones. Es el imperio de la ley que proclama nuestra Constitución. Pues bien: el aborto es un concepto jurídico que tiene su marco legal en el Código Penal español. Es decir, se puede estar a favor o en contra del aborto, pero se ha de respetar la ley y la ley establece (Título II del Libro II) que el aborto puede ser punible porque hay un bien jurídico protegido que es la vida del ser concebido y, en su caso, de su madre. El aborto se incluye, por tanto, entre los delitos contra la vida humana dependiente y como en todos los de este tipo, es necesario que se dé una relación de causalidad entre la acción encaminada a producir el aborto y el resultado. En todo caso, la ley limita los supuestos de aborto punible y de aborto no punible.

    Estos últimos se recogen en el art. 417 bis del Código Penal de 1995 y se refieren a tres aspectos: el terapéutico (cuando exista peligro físico o psíquico grave para la embarazada; se hablaría de causa de justificación), el ético o humanitario (cuando el embarazo fuere resultado de un delito de violación; aludiríamos a una excusa absolutoria) y el eugenésico (cuando se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas; estaríamos ante la no exigibilidad de una conducta distinta). Los requisitos generales, aún en los supuestos no punibles, pasan por la intervención médica en un establecimiento sanitario acreditado con el consentimiento de la mujer embarazada y, si fuera menor de edad o incapaz, correspondería a sus representantes legales.

    Aunque la envergadura del tema precisa un estudio de mayor profundidad, sólo quiero exponer dos razones que me hacen temblar ante el anuncio del "aborto de la señora Aido". La primera razón se refiere a los plazos, los cuales

constituyen un aspecto de gran importancia en tanto se determina cuándo se traspasa el estado embrionario. La segunda razón radica en el consentimiento de las menores de edad, tema éste que debe ser tratado con tanta cautela como sensibilidad.

    El tema del aborto, señora ministra de igualdad, se ha de plantear con seriedad política exenta de demagogia, con la concurrencia de distintas plataformas sociales y no con el arbitrio de los cercanos, y con la objetividad que la defensa de la vida exige. En cualquier caso, comparto el contenido de una sentencia de abril de 1985 del Tribunal Constitucional (Fundamento Jurídico 11) donde explicita: "se plantea el conflicto entre el derecho a la vida de la madre y la protección de la vida del nasciturus". Si la vida del nasciturus se protegiera incondicionalmente, se protegería más a la vida del no nacido que a la vida del nacido, y se penalizaria a la mujer por defender su derecho a la vida. En definitiva, este articulista considera prevalente la vida de la madre. Prevalente la vida de la madre, pero inasumible el desprecio de algunas madres y de algunas personas por la vida de quien se ha puesto en el camino de nacer. Es tan complejo el problema, insisto, que las prisas son malas consejeras y que algunas medallas son señales de prepotencia narcisista y revelaciones de subconscientes envenenados. Que no le pase, Bibiana, lo que a su colega Carmen Chacón con la retirada de las tropas españolas de Kosovo, que quiso poner el huevo antes que el fuero y le salió el tiro por la culata. Que la imagen es importante, Bibiana, pero si detrás de esa imagen no hay enjundia, todo es filfa. Quiérase a Vd. misma, prosiga su carrera política sin techo alguno, sírvase a su antojo y beneficio, pero en democracia, el político ha de servir a la ciudadanía y no al revés. A toda la ciudadanía, de un signo electoral u otro. No sea sectaria.

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