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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ALÁMICOS Y DIÓPTRICOS

La revista "Triunfo" era, en las postrimerías del franquismo, el gran referente político de la izquierda, el gran valedor escrito de la Oposición a la dictadura del General Franco. Dos onubenses constituían parte esencial de su equipo de redacción. Uno de ellos era Víctor Márquez Reviriego. El otro, José Antonio Gómez Marín. Ambos, figuras destacadas de una época en la que el periodismo era algo más que un ejercicio literario o una cita semanal o diaria con los lectores. Aquellos periodistas se jugaban, acaso la vida, cuanto menos la libertad. Sus artículos llegaban a ser modelos de equilibrio funambulista y arietes que impactaban en el pecho de los censores a la vez que bocanadas de aire fresco en quienes ansiábamos la llegada de la democracia. En la nómina de aquellos articulistas se hallaban, entre otros, el catalán Manuel Vázquez Montalbán. A éste se le atribuye con razón la expresión que da título al presente comentario. Con esos términos, Montalbán criticaba y, a la vez, alababa, el discurso político y literario del gran maestro que fue/es Francisco Umbral. Alámico porque sus análisis eran realizados desde la altura majestuosa del álamo. Dióptrico porque la subjetividad del creador del diccionario "cheli" era proporcional al grosor de sus lentes.
Uno, a sus años, mira hacia atrás y comprueba, con la nostalgia que da el tiempo pasado pero con la esperanza del presente, cómo aquellos héroes de Triunfo han sido sacrificados por la pseudoprogresía de nuestros días. Reviriego y Gómez Marín escriben en El Mundo, la ultraderecha mediática, como la califica la periodista del PSOE Mª Antonia Iglesias. Calificar de ultraderechistas a estos dos intelectuales comprometidos es más que un insulto o un error conceptual propio de una ignorante que se recome en su propia insatisfacción personal y en una corrosiva envidia. Es la mentira de una persona celosa y mediocre. Es la vileza del pobre de espíritu. Es la manipulación de una biografia y de una historia cercana. Es la expresión satánica de un alma perdida. Este país no ha reconocido a Reviriego y a Gómez Marín su categoría personal y el papel esencial que desempeñaron en el advenimiento de la democracia. España está en deuda con ellos. Huelva, también.
Mal que le pese a los sicarios del poder socialista, Reviriego y Gómez Marín siguen formando parte de la vanguardia de izquierdas, porque escribir en El Mundo, a diferencia de hacerlo en otros medios como El País o Público, es gritar al mundo que la libertad es un grito, un clamor, una realidad, un compromiso social. Y, sobre todo, es vivir la libertad.
Al poder socialista le molestan los álamos enhiestos que se alargan hacia el cénit y abominan de las dioptrías que permiten la pluralidad de enfoques. El poder socialista no pasa del bonsai y del ojo ciclópeo, grande pero ciego. Grande y ciega es la dictadura del signo que sea. ¿Verdad, Javier, Mario, Petri,...? Den al César lo que es del César, aunque nieguen a Dios
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