Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

AL RICO COMUNISTA

 

 Si atendemos a la etimología del término, comunista es el que pone en común. En una sociedad de pobres, éstos no existirían o serían mucho menos pobres, si los comunistas ricos compartieran sus fortunas. La realidad nos muestra una imagen bien distinta. Ni los comunistas ponen en común su patrimonio privado, que para eso está el público, ni los ricos entrarán en el reino del cielo salvo que antes los camellos logren colarse por el ojo de una aguja. A no ser que se trate de un camello de juguete y de una aguja gigantesca.

 

La controversia cristianismo-comunismo nunca deja de estar presente. Las doctrinas religiosas y civiles pueden ser hermosas. De hecho, algunas son tratados de bondades humanas. No obstante, cuando el ensayo se sumerge en la praxis, ay, entonces la enseñanza teórica se hace un callo indigerible. Es el momento del auge de los voceros y de los doctrinarios que, a falta de autoridad moral, elevan sus preces al “demagogus altisimus”. Ejemplos, los que quieran. En la vida religiosa y en la vida civil.

 

En la China de los emperadores y del maoísmo, el dinero rompe todas las esquelas ideológicas. Nunca como en estos casos adquiere más fuerza la teoría de Engels acerca del secuestro colectivo de las libertades individuales en la prisión de los derechos colectivos. Pues claro, el bosque impide distinguir a los árboles y en su espesura puede extraviarse el más orientado. La noticia cubre titulares de la prensa digital. En la Asamblea Popular China, 70 de sus delegados, sólo setenta, acopiaron el pasado año casi sesenta y siete mil millones de euros. Dicho en otros términos, estos comunistas magnates poseen una renta quinientas mil veces por encima de la media de su país. Toma igualdades y puestas en común.

 

Frente a estas riquezas, las de los asquerosos capitalistas yankys opresores del proletariado es pura migaja. Y si me refiero a los parlamentarios españoles, caca de la vaca. Así se queja tanto Llamazares. Para comunistas, los chinos. Para libro rojo, el de Mao. Para lujo, el asiático. Para gloria, la terrena. Para ricos, los de la capital en Pekín. Para privilegios, los de la élite del partido.

 

China se está urbanizando con inusitada rapidez. No obstante, las diferencias socioeconómicas entre la ciudad y el campo son insultantes. Como ofensivos son los desequilibrios entre unos muchos habitantes y unos pocos residentes en las mismas. En el marco de un mercado milmillonario de consumidores, la desigualdad es reina. Reina hasta el extremo y emperatriz hasta la náusea.

 

En la China del autoritarismo se abre la portezuela de las libertades. Para algunos. Para el resto, el oprobio. Qué se creen. El comunismo cristiano es un pastel trufado de cianuro. El cristianismo comunista es un cocktail de estricnina que no hay quien se trague. La pobreza no es una virtud. Es una necesidad. La que tenemos de ser ricos pero que, virtuosos, no salimos de pobres. El que no se consuela es porque no quiere.

 

Puño cerrado. Hoz y martillo. Para que los trabajadores suden el pan que les tiran los dueños de los perros. Mao, Mao. Qué me cuentas.

 

Un saludo.

0 comentarios