CÓMO GANAR LAS EUROPEAS
Cualquier estudio sociológico de la realidad andaluza nos conduce, inexorablemente, a la victoria electoral de la izquierda. Una y otra vez los populares muerden el polvo de la derrota. La derecha se pone de perfil, de frente, con la boca hacia abajo, en decúbito supino y nada que hacer. La victoria huye por las ventanas.
Los pueblos de la provincia de Huelva constituyen un granero de votos del Psoe y de Iu. Si el primero no arrasa con mayorías absolutísimas, echa mano al silo del segundo y, hala, el tinglado perfecto para seguir chupando del bote público ante la mirada atontolinada de los alineados con el Pp. O los primeros son muy listos o los segundos más tontos que Abundio. O las dos cosas a la vez.
Cualquier observador medianamente avisado tendría en cuenta la gruesa soga que une los bolsillos de los alcaldes con los jerifaltes provinciales y autonómicos. Me explicaré. Imaginen que Matías es el alcalde psoecialista de una pequeña localidad andevaleña. A la vista de las elecciones próximas, que son cercanas aunque disten cuatro años, ya pone en marcha la estrategia de captación de sufragios. Matías se conoce al dedillo la geografía de la subvención provincial, andaluza y nacional. Por ejemplo, tiene claro que las ayudas sociales a los más afectados por la crisis constituyen un dinero muy importante que llena las arcas de los ayuntamientos. El hombre diseña en su futuro presente que si consigue hacerse con el control de ese pastizal para repartirlo entre los más pobres, habrá logrado su propósito.
Y qué pasaría, se preguntará la derecha onubense, si los funcionarios que deben aplicar los baremos cumplen con la legalidad instituida y se niegan a entregar sus funciones al primer edil de la localidad. Pues que van de cráneo. Vamos, que de patitas a la calle y expediente sancionador a cuestas. Matías llama a Caraballo y se arma la “dios es cristo”. Se pone en marcha la burocracia diputacional y ya se pueden echar a temblar los legales. Y si es por mercenarios, te vienen los curritos de la administración paralela creada por la Junta y arrasan al valiente que se atreva a ondear la bandera del reglamento. A falta de armas, los perjudicados por el empleado público cabal se movilizan pidiendo su cabeza. Hasta que la obtienen.
En un pueblo de Huelva como el de Matías, los funcionarios de su municipio se conchavean con los funcionarios de la Dipu y firman los “recibís” de ayuda destinados a los beneficiarios. Y ellos recogen el dinero de los infelices. Lo mismo les reintegran todo o una parte o un cacho corte de manga. En ese pueblo, la oficina de servicios sociales tiene en la puerta de entrada la foto de Griñán. En el interior, los carteles del Psoe. Qué ven los ciudadanos de esa pequeña localidad. Que si reciben ayudas no es merced a los impuestos de los contribuyentes, sino a la generosidad inmensa del partido. Identificar la administración pública con la organización privada.
Que es una vergüenza, ya lo sabemos. Que nadie se atreve a poner coto a esta vergüenza, también. Que en Huelva, las europeas están cantadas, no tengan duda. Mientras el grifo chorree dinero público y el clientelismo esté recluido en las casas del pueblo, no hay color. El más torpe de los analistas acertará con el triunfo de la izquierda.
Las europeas y las municipales y las autonómicas y, si se quiere, hasta el derecho a decidir de los catalanistas. Es cuestión de unto.
Un saludo.
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