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Francisco Velasco. Abogado e historiador

VOLUNTAD DE DESCONTROL

 

 Empresas tapaderas como segundo titular. El negocio es el negocio. Según técnicos del Ministerio de Hacienda, en Andalucía se crearon empresas para coger el dinero y largarse con viento cálido. La consigna era no dejar huella y a vivir. En la Comunidad con más parados de España e incluso de Europa, los bailongos de la ley no es que la sortearan, es que la manipulaban a su antojo. Si no de qué.

 

La “Rejuntá” de Andalucía no llevaba control sobre las subvenciones, se quejan muchos. Para tener control, sostengo, es necesario intención. Sin embargo, mi tesis es contraria a la oficial: existe voluntad de descontrol.

 

Alguna vez he escuchado a ciertos mandos intermedios de la Administración regida por el Partido Socialista que los empleados públicos están para servir a los políticos y no a los ciudadanos. Que orden que venga de arriba, orden que ha de ser cumplida, so pena de un expediente sancionador, un cambio de funciones o un ninguneo administrativo primo hermano del acoso laboral. Los que se imbuyen de ética y de dignidad sufren la dura pena del ataque sistemático y organizado del poderoso.

 

Qué dirían ustedes de una oficina pública provincial cuya puerta luce un cartel de Griñán y cuyas dependencias interiores muestran, como cuadros de decoración, pósters del PSOE. Pues pasar, pasa. El alcalde del pueblo que mangonea la Administración no tiene empacho en actuar de manera que el ciudadano identifique con normalidad el poder de la Administración con el poder del Partido. Alguno me dirá, pero bueno, si esa oficina es provincial, la Diputación de Huelva deberá oponerse a esa práctica dictatorial. La respuesta viene por sí sola: el partido que regenta la Diputación es el mismo del alcalde del pueblo.  No hay, pues, falta de control. Se trata, en puridad, de voluntad de descontrol.

 

¿Alguien se imagina que los fondos librados por la Junta de Andalucía a los Ayuntamientos para subvencionar a determinadas personas con dependencia social sean cobrados directamente por funcionarios de la propia Diputación y no por los beneficiarios? ¿Cabe esa actuación en cabeza humana? Pues así es. ¿Y llega el dinero a los desvalidos de la fortuna o se queda en manos impropias? Cualquiera sabe. ¿Y si algunos de estos funcionarios denuncian la ilegalidad manifiesta? A cavar al bosque.

 

Nadie crea que los fondos defraudados en los cursos de formación al desempleado se han extraviado por error humano, imprecisión de la maquinaria burocrática u otra circunstancia de fuerza mayor. En absoluto. La gentuza que opera de esta manera no da puntadas sin hilo. Aquí se alienta el engaño a la Administración con el mismo dolo que los redactores de La Gaceta escribían lo que les daba la gana. Si hay que diseñar cursos de buceo en el desierto del Sahara, adelante. Y si gastronomía del cerdo en las mezquitas andaluzas, sin problemas. Menudo chollo se traen los amigos de lo propio.

 

Insisto: no es que la Administración se relaje en los mecanismos de seguridad y de control. No. La Administración, en manos de unos sinvergüenzas con nombre, se carga los controles y se cisca en la seguridad. Se sabe que la transparencia es un nombre democrático precioso que lo ponen los peteneros. Es decir, los amantes de la opacidad, del chanchullo, del mangoneo.

 

Voluntad de descontrol, sí señor.

 

Un saludo.

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