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Francisco Velasco. Abogado e historiador

UNIDAD A LA UNA, A LAS DOS Y…

… nunca. El pistoletazo de salida del armario del Psoe pasa por que la franquicia catalana apriete el gatillo y por que los dirigentes de esa formación limpien el arma de tanta palabra sucia y artera.

 

El Psoe ha mostrado hasta la saciedad que sí es un partido en todo regla pero que de socialista no pasa del nombre, que de obrero, lo que yo de ruso y que de español, a la hora convenida de pedir votos y chupar del bote. Quien le puso petenera a Dolores la feliz no supo ponerle nombre. La unidad de España no es predicable del partido de Rubalcaba por mucho que Susana Díaz se columpie con declaraciones falsas de españolismo de copla de canalsur.

 

Parece incontestable la necesidad de frenar la razzia independentista de Arturo y demás compañeros millonarios. Uno entiende que los sentimientos son respetables y que éstos se pueden aderezar con pimienta negra y banderillas de fuego para acometer con ellos cuando plazca al mayoral. Frente a ese entendimiento se sitúa la comprensión y la voluntad contrapuesta del respetable nacional que rechaza la prelación de emociones y se niega a que se maltrate a los cornúpetas. El debate no enfrenta a una parte del pueblo español con el resto. No. La polémica engendra la decisión firme de unos cuantos españoles nacidos en Cataluña de hacer un corte de mangas a la mayoría de los conciudadanos y largarse de farra hasta el momento en que, pródigos, vuelvan a reintegrarse en el redil familiar sin un euro, con más deudas que la Junta andaluza y con la intención de seguir conduciendo la locomotora estatal.

 

Como el estribillo habla de dinero y de juergas, el poema convoca al trabajo y al esfuerzo. Lo cual no es posible si la unidad no se fortalece como es debido. Una de las maldades de los federalismos es que algunos galgos no quieren compartir con podencos y, entonces, el jefe de la jauría no sabe si agradar a los patilargos o apuntarse al bando de los zanquicortos. La esquizofrenia psoecialista se resume en su decimonónico origen y en su indefinición identitaria. Si la organización es española, lo es en Extremadura y en Cataluña. Y pare usted de contar.

 

El sí pero o el no aunque son afirmaciones y negativas que se filtran por el adversativo y la concesiva. De tal manera que sí me caso pero y no me caso aunque. Defiendo la unidad de España pero los principitos de la región noreste y no defiendo la constitución aunque los cabreros andaluces…

 

Los rubalcabianos inventaron aquello de acepto el pulpo como animal de compañía. Lo admiten siempre que la imposición provenga de su camada y le reporte beneficios en forma de poder. Si no, ni pulpo ni pavo. A la una, a las dos y a las dos y una milésima de segundo. Lo de las tres queda lejos.

 

Un saludo.

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