DESPACHOS Y EMPACHOS
Viva el lujo y el que lo “trujo”, que dice el castizo. Los despachos oficiales cantan la alegría del poder. Por poner un ejemplo de lo del trujo, el despacho del presidente del Senado. O el del mandamás del Congreso. O el del jerarca de cualquier Parlamento autonómico. O el del director general de no sé qué cosa. Zona noble donde aparcan sus posaderas gente de dudosa aristocracia personal. El despacho es el símbolo de una posición ganada a golpe de sufragio y pagada con el sudor de la frente de millones de contribuyentes anónimos.
Don Pío García Escudero ocupa la estancia principal del complejo administrativo de la Cámara Alta. Y bien. Forma parte del patrimonio del Estado español. Lo que no sé es si se trata del lugar adecuado para despachar los asuntos de gobierno. Viene a ser como el salón del trono de cualquier jefezuelo de sumergido país africano o del dictador de una república bananera estilo la Ucrania de Yanukovich.
En Andalucía, hace pocos años, siendo presidente de la Junta el insuperado Griñán, se llevó a cabo la redecoración de los despachos oficiales al tiempo que la tijera ejercía su papel destructor sobre el sueldo de los médicos. La ostentación particular por encima del servicio social. El desempleo puede esperar a que las fachadas recobren el esplendor exterior. El oropel del barroco se materializa en esta escenografía de sainete soso.
El despacho como oficina se confunde con el despacho como entrega. Don Pío aparenta mucho pero expide poco y comunica menos. Lo de resolver, pronto y mal. En cinco minutos despejan la mesa. A la hora de despachar, entendida como despedir, auténticas figuras de record mundial.
Tanto despacho, tal empacho. A la pesadez y dolor de estómago se une la fatiga mental. Si no aparece el cólico, el vómito nos permite paliar los efectos perniciosos del mal. En todo caso, los escalofríos persisten, sobre todo si cometemos el error de ver algunos telediarios y de atender las patrañas contadas por algunos tertulianos de programas ad hoc de no importa qué cadena.
La conexión entre el despacho y el empacho es tan evidente como la que existe entre Rubalcaba y Zapatero, entre Bárcenas y Correa, entre Susana y Griñán o entre Moreno y Arenas. O entre Renfe y Adif o Psoe-Ugt. Nos quieren vender el despacho y nos traspasan el empacho. De tanta porquería que nos hacen tragar.
Un saludo.
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