QUÉ PASA EN EL S.A.S.
La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía es un caos. Perdón: es un caos y era un desastre. En la gestión del vendaval, la Junta de Andalucía. Dentro de la Junta, la consejera anterior, sus predecesores y la actual. En el núcleo duro del huracán de malas praxis, el anterior gerente del Servicio Andaluz de Salud.
Las políticas sociales de María Jesús Montero y de María José Sánchez Rubio están cortadas por el mismo patrón. El patrón del sastre que diseña el gobierno que el PSOE coloca a dedo. Y ese patrón no rige por criterios hospitalarios. En absoluto. El tejido resultante es de pésima calidad. Los parámetros que prevalecen son el oscurantismo, el amiguismo y el entreguismo al partido político que gobierna la Autonomía desde hace más de treinta años.
Un informe de fiscalización del Tribunal de Cuentas de Andalucía comparó las diferencias económicas entre un hospital gestionado por una empresa pública y otro hospital dirigido bajo los auspicios del S.A.S. La conclusión del Alto Organismo no admite lugar a dudas: la empresa pública logra resultados económicos muy superiores a los del Servicio Andaluz de Salud. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre ambos hospitales públicos? La estructura y régimen jurídico del personal. Uno dispone de la competencia y capacidad de selección de los profesionales que entran a formar parte de la organización. El otro dispone de una estructura de personal impuesta a su dirección.
Hablamos de dos hospitales públicos. No se confrontan datos entre uno público y otro privado. ¿Dónde reside, pues, el problema? En la administración de las entidades. Mucha gente habla, y seguramente yerra, que de los hospitales salen grandes cantidades de suministros farmacéuticos hacia manos privadas. Igualmente se dice que determinados médicos realizan operaciones quirúrgicas que se remuneran según el horario de actuación. Y que algunos coordinadores de centros de salud prescriben botiquines a enfermos sin necesidad de realizar las preceptivas visitas domiciliarias. Se ha dado el caso, incluso, que por imperfección del sistema informático o por voluntad de fraude de algún sanitario sin escrúpulos, se ha recetado medicinas a pacientes que habían fallecido meses atrás.
Que no sé si será cierto o fruto de una maledicencia extendida por todas partes. Lo que sí es inequívoco es que el servicio esencial que es la sanidad no se halla en manos de los mejores. Ni mucho menos. Cuando un organismo tan esencial cojea del factor dirección eficaz y eficiente, los privatizadores encuentran en su seno la excusa para acudir a la externalización. Después se quejan que es cosa del PP. Y no. El PP no pretende sino racionalizar el gasto público y evitar que los millones de euros anuales que se despilfarran cada año pasen a engrosar las arcas del erario en vez de llenar los bolsillos de los que cobran sin operar, se llevan gasas sin deber, compran a precios superiores a los del mercado, o encargan suministros innecesarios a empresas del pariente o del correligionario.
El cambio de gerente del SAS no obedece, como dice la nueva Consejera, a un cambio lógico. No. Hay toda una gatera detrás. Y apuesto que los nuevos servidores públicos, ja, van a reeditar viejos evangelios laicos. Los "paganos" del cachondeo partidista, los pacientes, usuarios, familiares y personal estatutario y laboral de a pie. Como siempre.
Qué pasa en el S.A.S. Que algunos administran el organismo público como si fuera un cortijo privado que se subvenciona con el dinero del ciudadano. Y claro, así cualquiera.
Un saludo.
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