DAÑAR LA IMAGEN DE ESPAÑA
El capitán "Consignas" es un lince. El tío. Al mando de la compañía de zapadores goebbelsianos del Partido de Zapatero, el capitán "Consignas" constituye un ejemplo de cómo se defiende una causa bastarda. La causa bastarda es la mentira masiva y continuada de una idea para que parezca cierta y verdadera. A tal causa, tal sujeto mercenario.
La peineta de Aznar ha dado pie al oficial "Consignas" para movilizar a su tropa. Tropa y tropelías. Hay que cortar el dedo a Aznar. Y la lengua. Y la cabeza. A esto que la adelantada de la cuadrilla paramilitar, doña Teresa de La Vega, grita a los cuatro vientos que el gesto del ex presidente español daña la imagen de España. Habráse visto lengua tan viperina. Matar con veneno. Como en Gran Hermano. Antes de que se escape un guantazo, "Consignas" arenga para asesinar con el alfanje de la palabra más atómica. Aznar daña la imagen de España, dice la señora vicepresidenta con toda la mala uva y con su ingente escualidez argumental. Ante la pitada al Rey y al Himno nacional, la señora "sigueconsignas" calla. Tanto con tan poco y nada con tanto. Secuaces de la ofensa y del insulto.
Señora mía. Sus palabras sí vulneran la sensibilidad del espíritu más tosco. Quien daña la imagen de España es usted con sus trucos de la KGB. La imagen económica del país se la ha cargado Zapatero con su inopia intelectual. Aznar, no. Por favor. No ofenda la inteligencia. No ampare el insulto teledirigido de unos presuntos estudiantes de pacotilla. Sea, por una vez, limpia de alma política. Si está despechada por su apartamiento del tripartito trilerista de Salgado, Sebastián y Blanco, vaya a llorar en silencio el apagón de su estrella.
La imagen de España no la daña Aznar. Ni la prensa. Ni los mercados financieros. Ni la Bolsa que no se sostiene en pie. Es el gobierno, al que Vd. pertenece, el que hace trizas la imagen del Estado y de la Administración Pública. La imagen y, lo que es peor, el contenido y la idosincrasia de todo un pueblo. El capitán "Consignas" es un monstruo hitleriano. Se dedica a parir engendros sofisticados en una operación de ingeniería dialéctica. Sus soflamas vienen a ser como los niños de Berlín que concibieran los oficiales de las SS. Siguen similar modus actuandi. ¿Por qué será?
Termino con una anécdota, macabra pero ilustradora, de mi tierra onubense. En la capital, apenas distante quinientos metros del núcleo urbano, se amontona un basurero, contaminado, de millones de toneladas de fosfoyesos. Basura al aire libre. La empresa responsable de ese inmundo vertido trata de tapar esos desperdicios con algunas capas de arcilla. La Junta de Andalucía lo sabe y lo excusa. Desalmados. Si alguien se atreve a denunciar la existencia de esa cloaca medioambiental que repugna a cualquier bien nacido, sale el representante provincial del capitán "Consignas" y lanza una andanada de improperios contra el mensajero. Está dañando la imagen de Huelva, acusa el Mario Jiménez de turno. Atenta contra los puestos de trabajo del Polo Químico, enfatiza. En todo este océano de atrocidades verbales, dos aspectos despuntan. Uno, la corrupción moral del partido en el Gobierno. Otro, la convulsión que agita a sus irresponsables políticos. Hienas parecen.
La imagen de España, señora De la Vega, o la de Huelva, señor Mario Jiménez, se la han cargado ustedes. Ustedes con sus maléficas consignas. Ustedes con su boca desdentada de tanta mariscada y tanta cacicada. Ustedes con su uniforme de pana obrera en diseño de Armani. Ustedes son los hacedores de la indecencia. La peineta de Aznar no pasa de error. Lo de ustedes es un horror. No una película de miedo. Una realidad terrorífica.
Un saludo.
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