RESPIREMOS TRANQUILOS
Susana Díaz ha sido designada, a la búlgara, nueva mandamás del Psoe andaluz. A ver quién tiene bemoles de oponerse públicamente a la señora.
A mí me tiene encantado. Me explicaré. Toda la basura institucional generada por y desde la Junta de Chaves y de Griñán va a desaparecer. Sí, sí. No hace falta que la juez Alaya siga instruyendo la golfería. Doña Susana va a poner firmes a la legión de corruptos atrincherados en sus propias filas. Y no se queda ahí la cosa. A partir de mañana, qué digo, hoy, las cantidades millonarias defraudadas por los intrusos y por los reptiles serán restituidas por orden irrecurrible. Los tropecientos millones de euros “mangaos” aliviarán la soledad del arca de los caudales públicos. De esta manera, los rotos en sanidad, en educación o en servicios sociales se convertirán en simples descosidos susceptibles de enjaretarse. Así que por el lado de la suciedad heredada, Susana satisfará a todos los que esperamos el milagro. Pues no hay defensores de la cuadratura del círculo.
El contento me embarga. Desde el mismo instante en que la señora Díaz proclame su poder a la ciudad y al mundo, el problema endémico del desempleo desaparecerá por ensalmo. Gracias a las virtudes miríficas de la presidente, los empresarios invertirán millonadas en nuestra tierra y el paro dejará paso al pleno empleo. Y la luna es el planeta del satélite Tierra.
Mi pasión por la nueva etapa de felicidad social que se abre ante los ojos atónitos de los más veteranos, es irrefrenable. Los chicos jóvenes han de mirarse en el espejo de Díaz. De adentrarse en lo privado, nada de nada. Dediquen su vida al servicio público. Desde que pisan la Primaria, alinéense con los jefazos de la organización. Aprendan desde pequeñitos la dura disciplina del partido. Sepan cómo arrastrarse, de qué modo callar, cuándo mirar para otro lado, si se ha de poner el cazo. Matricúlense en la facultad que deseen y no tengan complejos por estar diez años para terminarla carrera. Tranquilos. En el taifa andaluz, Wert se evapora en las candelas de las becas susaneras.
Esperanzado. Me regocijo de pensar que con Díaz, la hija del fontanero como Felipe lo fue del vaquero, España recuperará el prestigio de nación y de estado. No alberguen dudas al respecto. Así, ya se está planteando la celebración de un partido con Gibraltar para que los lazos entre ambas soberanías sean indelebles. A falta de campo de fútbol, en las pistas del aeropuerto del Peñón. Y de paso, entregar a Picardo el bloque submarino de oro del andalucismo por su contribución a la edificación en aguas hispanas.
En el colmo de la prosperidad social, los despidos pondrán punto y final a su desmesura. Hombre, de vez en cuando una temporada de subsidios, otra de vacaciones pagadas. Y así. Por supuesto, que los desahucios serán prohibidos por ley.
Una cosa advierto en todo este panegírico. Susana no está dispuesta a desprenderse de los caciques del partido. Ni dejar de regar con euracos a los sindicatos de la formación más deforme. Ni renunciar al coche oficial, del que no se ha bajado en los últimos quince años. Ni eliminar la administración paralela. Ni entregar a la juez los informes ocultos. Decía don Griñán que Susana es el pueblo. Claro. Y Punta Umbría y Marchena y Dílar y Mojácar.
En fin, podría continuar absorto por la personalidad de la dama. Pero “pa qué”. En adelante, la Andalucía de los califas y de los señoritos será la Andalucía de Susana y de los caciquistas. Y los andaluces dejarán de pedir tierra y libertad. Con Susana estamos colmados y plenos de ventura.
A ella le da vértigo el ascenso político y económico. Esperen a que le entre el síndrome ZP.
Un saludo.
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