JUECES INDEPENDIENTES...?
Modificada la L.O.P.J. de 1985 por la L.O. 19/2003, uno de sus frutos más polémicos ha sido la creación de la llamada Oficina Judicial y la conversión del Secretario Judicial en una de las figuras principales.
Tanto, que se les faculta para señalar la fecha y hora de los juicios. Tanto, pese a que no poseen el ejercicio de la potestad jurisdiccional, exclusiva de los jueces. Tanto, que han pasado de ser "autoridad" en su función de Fe Pública a serlo en todas sus funciones. Tanto, que ya no podrán delegar ni habilitar sus funciones en algún Oficial de la Admsinistración de Justicia, como no resultaba extraño en ciertos casos y en ciertos juzgados. Tanto, que se les releva del mandato administrativo del personal a su servicio, para encargarles la dirección técnico-procesal de su Oficina Judicial. Tanto, que se imponen a los jueces en la ordenación de la actividad y en la impartición de órdenes e instrucciones que considere pertinentes en el ejercicio de esta función. Tanto, que incluso les atribuye funciones tan relevantes como, en la jurisdicción voluntaria, su tramitación y resolución mediante "decretos".
En este sentido, la figura de los secretarios judiciales adquiere una preponderancia que no deja de preocupar. La preocupación aumenta si se tiene en cuenta que la promoción interna facilitará a los antiguos Oficiales el tránsito al puesto de Secretario Judicial.
Preocupa a este articulista que de las mangas de las leyes se hagan trampas de capirote. Preocupa el estallido de conflictos entre jueces y secretarios. Preocupa el poder de intervención del poder político en el poder judicial. Preocupa que la separación de poderes sea una entelequia que inventó el pirado de Montesquieu. Preocupa que Alfonso Guerra se salga con la suya. Preocupa que nuestra democracia, a veces vergonzante, sea una vergüenza constante y sin retorno. Preocupa que la insolencia de unos colisione con la prudencia de otros y que esta prudencia se interprete como signo de cobardía o de abdicación. Preocupa que la Administración de Justicia doblegue a la Jurisdicción. Preocupa, y mucho, que se cercene la capacidad de decisión de los jueces. Preocupa que la independencia de jueces y magistrados salte en mil pedazos. Preocupa.
En este sentido, las declaraciones del Juez Vieira concuerdan con la exposición de quien les escribe. "Hay peligro de que en casos concretos se vea afectada la independencia judicial por la actuación de los secretarios judiciales. Hay un riesgo real y terminará ocurriendo", ha manifestado el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Uno teme, cada vez más, el asalto de las huestes gubernamentales -léase PSOE o PP- al dominio judicial. Del manso tiempo ha que se apoderaron. Poco a poco, pasito a pasito, el poder ejecutivo lanza a sus peones a una conquista necesaria en las tiranías pero inadmisible en la democracia. Salvo que, como la franquista -a la que el PSOE parece semejarse en el fondo- se trate de una democracia orgánica. Uno teme a los zapadores y a los topos que minan las estructuras más sólidas antes de que los artificieros terminen volando los muros del otrora fortín. Algunos de esos zapadores han procedido de los jueces del denominado "cuarto turno". Otros se han introducidos como topos gubernamentales en el seno del Consejo General del Poder Judicial. Los encargados de la explosión serán los gobernantes que materialicen la conspiración.
La independencia del poder judicial sufre amenazas desde que la propia democracia advino por mandato del pueblo. El mandato del pueblo soberano acabará cuando los jueces acaben en manos de los "administradores". En ese momento, la guillotina de Robespierre hará rodar la cabeza del Luis XVI popular. Entonces, la Revolución Francesa habrá de llamarse Involución Española. En unos pcos años, habremos retrocedido casi tres siglos. La crisis, diría Zapatero, que es internacional. ¡Horreur!
Un saludo.
Tanto, que se les faculta para señalar la fecha y hora de los juicios. Tanto, pese a que no poseen el ejercicio de la potestad jurisdiccional, exclusiva de los jueces. Tanto, que han pasado de ser "autoridad" en su función de Fe Pública a serlo en todas sus funciones. Tanto, que ya no podrán delegar ni habilitar sus funciones en algún Oficial de la Admsinistración de Justicia, como no resultaba extraño en ciertos casos y en ciertos juzgados. Tanto, que se les releva del mandato administrativo del personal a su servicio, para encargarles la dirección técnico-procesal de su Oficina Judicial. Tanto, que se imponen a los jueces en la ordenación de la actividad y en la impartición de órdenes e instrucciones que considere pertinentes en el ejercicio de esta función. Tanto, que incluso les atribuye funciones tan relevantes como, en la jurisdicción voluntaria, su tramitación y resolución mediante "decretos".
En este sentido, la figura de los secretarios judiciales adquiere una preponderancia que no deja de preocupar. La preocupación aumenta si se tiene en cuenta que la promoción interna facilitará a los antiguos Oficiales el tránsito al puesto de Secretario Judicial.
Preocupa a este articulista que de las mangas de las leyes se hagan trampas de capirote. Preocupa el estallido de conflictos entre jueces y secretarios. Preocupa el poder de intervención del poder político en el poder judicial. Preocupa que la separación de poderes sea una entelequia que inventó el pirado de Montesquieu. Preocupa que Alfonso Guerra se salga con la suya. Preocupa que nuestra democracia, a veces vergonzante, sea una vergüenza constante y sin retorno. Preocupa que la insolencia de unos colisione con la prudencia de otros y que esta prudencia se interprete como signo de cobardía o de abdicación. Preocupa que la Administración de Justicia doblegue a la Jurisdicción. Preocupa, y mucho, que se cercene la capacidad de decisión de los jueces. Preocupa que la independencia de jueces y magistrados salte en mil pedazos. Preocupa.
En este sentido, las declaraciones del Juez Vieira concuerdan con la exposición de quien les escribe. "Hay peligro de que en casos concretos se vea afectada la independencia judicial por la actuación de los secretarios judiciales. Hay un riesgo real y terminará ocurriendo", ha manifestado el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Uno teme, cada vez más, el asalto de las huestes gubernamentales -léase PSOE o PP- al dominio judicial. Del manso tiempo ha que se apoderaron. Poco a poco, pasito a pasito, el poder ejecutivo lanza a sus peones a una conquista necesaria en las tiranías pero inadmisible en la democracia. Salvo que, como la franquista -a la que el PSOE parece semejarse en el fondo- se trate de una democracia orgánica. Uno teme a los zapadores y a los topos que minan las estructuras más sólidas antes de que los artificieros terminen volando los muros del otrora fortín. Algunos de esos zapadores han procedido de los jueces del denominado "cuarto turno". Otros se han introducidos como topos gubernamentales en el seno del Consejo General del Poder Judicial. Los encargados de la explosión serán los gobernantes que materialicen la conspiración.
La independencia del poder judicial sufre amenazas desde que la propia democracia advino por mandato del pueblo. El mandato del pueblo soberano acabará cuando los jueces acaben en manos de los "administradores". En ese momento, la guillotina de Robespierre hará rodar la cabeza del Luis XVI popular. Entonces, la Revolución Francesa habrá de llamarse Involución Española. En unos pcos años, habremos retrocedido casi tres siglos. La crisis, diría Zapatero, que es internacional. ¡Horreur!
Un saludo.
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