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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DINERO ENNEGRECIDO

 

 Los que ordenan el cotarro en el partido Popular deberían sentarse a reflexionar. Por encima de sujetarse al sillón, su obligación es el interés general, tanto el de su organización como, sobre todo, el del electorado.

 

Por muchas capas de cemento armado que echen sobre el cadáver de la corrupción en el seno de su formación, los olores traspasan el material e inundan la calle. Quieren repetir la instructa de Convergencia en Cataluña y tapar los socavones a base de hormigón. Como si los ciudadanos fuéramos tontos. Y de eso,  cada vez menos.

 

El que una mayoría muy cualificada de votantes del Pp esté convencida de que el partido se financió de forma ilegal con dinero oscuro, es un toque de atención muy serio a la cúpula de Rajoy que está asfixiando al presidente del Gobierno por más que se eche mano al cuello para protegerlo de la soga. La gente alberga cada vez menos dudas y alimenta paulatinamente las sospechas. No es creíble que el santo Luis de hace cuatro meses se haya convertido, de pronto, en el delincuente Bárcenas. Es imposible que los merodeadores del despacho del extesorero no se hayan enterado del valor del peine con el que el nuevo residente de Soto del Real ordena su poblada cabellera. En cualquier caso, nadie se traga el hueso de que este directivo se haya forrado con cincuenta millones de euros gracias a sus virtudes empresariales, sin empresa que valga y sin financiaciones bancarias.

 

Cada uno es libre de hacer de su capa el sayo que diseñe su gurú de cabecera. Desde la esquina provincial de una ciudad española, este articulista sigue insistiendo en que más vale una roja que cien amarillas. Admitir, aunque sea por error, el cobro de sobresueldos puede costar un cargo pero puede ganar una libertad.

 

Si yo fuera Rajoy, habría tirado, desde el primer momento, la toalla con que se tapa la cara para que no se advierta su sonrojo. Afortunadamente no lo soy ni quiero serlo. Lo que sí recomendaría al todavía jefe del Ejecutivo es que aliente la moción de censura de la panda de Rubalcaba. Estoy seguro de que los ciudadanos, al ver el facherío de quienes pretenden ponerlo en la calle, le otorgarán un voto de confianza diciendo que más vale un presunto corrupto que dos mil corruptos convictos.

 

Pero bueno, arriolitas somos y en el camino se refregarán.

 

Un saludo.

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