METER LA PATA
Si alguien me encomendara la defensa jurídica del partido popular, no cabe duda que, como requisito esencial, para aceptar la responsabilidad, impondría la obligatoriedad del silencio de todos los dirigentes. Ante la prensa y, por supuesto, en el Congreso y en el Senado. Mudez total. Como abogado, claro. Las declaraciones, ante el juez. La credibilidad de la formación que sustenta al Gobierno de España reclama un comportamiento de discreción que no puede romperse ni en sede mediática ni en foro parlamentario. La estabilidad del sistema está en solfa. Algunos altísimos miembros del Consejo de Ministros podrían acabar en la cárcel. Frente a las acusaciones, las defensas deben hacer un trabajo de contención y de rigor.
Sin embargo, como ciudadano, las querencias son distintas. Estoy convencido de que Bárcenas es un pedazo de canalla que se ha enriquecido a manos llenas. Mi convicción no disminuye un miligramo acerca de la veracidad de muchos de sus apuntes contables. Me los creo a pie juntillas. Del mismo modo que la evidencia de la financiación ilegal del partido es una bomba de relojería en la santabárbara del acorazado popular. Bárcenas podrá ser un golfo pero ese golfo ha estado protegido durante décadas por la cúpula del Pp, desde Fraga hasta Rajoy. Es decir, si los desarropados por la manta de la que tira Bárcenas lo califican hoy de chorizo, me inclino a pensar que la golfería de éstos es equiparable a la del tesorero, por más que éste les haya dado sopa a la hora de amasar capitales.
En cualquier caso, como español, la situación me provoca náuseas. Ganas incontenibles de vomitar mi asco por la corrupción del Pp, por la corrupción del Psoe y por la corrupción de Iu. De los partidos nacionalistas, ni les digo. Cuando escucho a determinados personajillos hablar de ética, de transparencia y de honradez, los demonios me llevan. Conforman un hato de sinvergüenzas políticos que no debieran representar al pueblo. Pero ahí los tienen. Cobrando la pasta gansa y rascándose la oronda panza.
Es posible que Rajoy sea reelegido. Me puedo creer que el tándem Psoe-Iu vuelva a ganarse la confianza de los electores andaluces. Lo que sí les manifiesto es que por más que se liberen todos de las penas subsiguientes a sus presuntos crímenes, la comandita debiera ser eliminada, por ley, de la res pública. Inhabilitados a perpetuidad. Porque meten la mano y, además la pata. Sólo dejan a cubierto el rabo del demonio que les delata al ambicionar el dinero ajeno.
Un saludo.
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