CACIQUISMO DE PUEBLO ANTIGUO
Creo que es verdad por más que me falten todos los resortes del relato. Lo creo pero no dispongo de la prueba. Por tanto, mi comentario no se dirigirá al protagonista concreto sino a la figura en abstracto.
Parece ser que un alumno de una escuela municipal de tenis de una población costera onubense ha sido vetado para seguir asistiendo a las clases cuyas cuotas siempre pagó religiosamente. El veto se originó en el reproche verbal, no insultante ni ofensivo, que el alumno dirigió al concejal del ayuntamiento que también se beneficiaba de las instalaciones públicas si bien se desconoce si estaba al corriente del pago mensual o, como en Madrid, satisfacía su ego con el abono del gratis total.
Lo cierto es que el muchacho sugirió al concejal que, en vez de subir las cuotas de las escuelas deportivas, recortase de su sueldo como edil el porcentaje previsto. Una hidra, oigan. El político se enfureció hasta cambiar la palidez facial por el rojo ocular. La herida que un ciudadano de a pie infligía a un altísimo dignatario del consistorio era afrentosa. Cómo es posible semejante descortesía. En vez de plegarse a su paso, lo que hizo el miembro del populacho fue aportar iniciativas constructivas. Pues no.
El susodicho representante del pueblo ordenó al rebelde que abandonara las clases de la escuela de tenis. Y que no se le ocurriera volver porque la policía local tomaría las medidas de expulsión pertinentes. So pena de desacato y de resistencia a la autoridad. El incauto joven no se ha enterado de que los bienes municipales no están al servicio de los habitantes sino que son una concesión graciable de los concejales. Y cuidadito con salirse del cauce. Que los ricos siguen paseando por una parte de la plaza prohibida a los que carecen de medios. Como antier.
El caciquismo se mantiene en nuestras vidas. Cuanto menos cultivamos los valores democráticos, mayor lastre de dictadura arrastramos. Insisto en que no sé si es verdad o si las circunstancias distan mucho de las expuestas. Mas si el concejal actuó al modo como se describe, el alcalde debería ponerlo en su sitio. En la delegación de cultura y educación por ver si aprende que la falta de respeto no es una trompetita de juguete, sino un misil nuclear que apunta al alma de la población. Así que, alcalde, con toda mi consideración, investigue los hechos y reponga al ciudadano agraviado y excluido en esas clases de tenis que se han organizado para el bien de la comunidad y no para el lucimiento del caciquillo de turno.
Un saludo.
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