ESPÚREAS
El maltrato del lenguaje. Duele el oído al escuchar ciertas palabras. Preveyendo, dice uno y se queda tan ancho. Proviendo, agrega el otro, pasándose de estrecho. Un largo rosario de términos inexistentes acompaña al cortejo fúnebre de la lengua española del castellano. De la lengua española del catalán, ni les cuento.
La incorreción de hoy es: “espúreas”. Leo en un periódico digital: el vocal del Consejo General del Poder Judicial, Fernández-Carnicero, ha declarado: “No queremos el gobierno de los jueces, pero tampoco jueces sometidos a influencias espúreas”. Uno ignora si la cacofonía léxica la pronunció el consejero o fue transcrita por el redactor del diario. Pues como ésta, cientos.
En la terminología jurídica, el “proveído” forma parte de la terminología al uso, en tanto el “provisto” se emplea en este mundo judicial con otras finalidades. Las palabras en desuso no han dejado de existir. Simplemente han pasado al almacén del patrimonio que se ama. Por huevos significa por necesidad. No existe barbaridad alguna por más que huela a cuerno quemado.
Hablar bien no es fácil. Escribir, más complicado. Hacerlo en público, requiere, además, la virtud de la didáctica y de la pedagogía. Los medios deben procurar la calidad formal de sus mensajes, con independencia de la fundamentación y veracidad de los mismos. Contratar a revisores de ortografía crea empleos y no supone gastos excesivos. Por muy exhausto que esté el erario, el cuidado del escrito inédito nos ofrecerá la satisfacción del lenguaje más pulcro. Al final, todos saldremos ganando.
Un saludo.
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