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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA JUEZ (HIM)ALAYA HA VUELTO

 

La juez Alaya -altior, fortior, citius- ha vuelto. Y cómo. No va a haber sherpas para tan difícil escalada. Ni neumáticos para amortiguar la caída.



Monsieur Griñán mira al cielo e implora. Está metido en el lodazal de la corrupción hasta las cachas. Por acción o por omisión. Eso de tapar el sol con un dedo no deja de ser una frase ingeniosa. Pero describe la situación absurda del que hace girar al mundo en derredor de su interés personal. El corifeo mediático al servicio de la Junta saldrá al quite con la manida consigna de la imagen de Andalucía. Qué de qué. La imagen de nuestra tierra ha sido ensuciada por la caterva de golfos que han robado a manos llenas, que han enchufado al ciento mil y a sus madres, que ha convertido el derecho en un lupanar y se han ciscado en las leyes que imponen la igualdad, el mérito y la capacidad.



La Administración autonómica se ha convertido en el gran basurero de los iscariotes de la decencia. La Junta está al acecho. Come y calla. De su silencio depende, en gran parte, su burla a la justicia. Decía Plutarco que la realeza puede ser un premio a la justicia pero no hay mayor belleza que preferir la justicia a la realeza. Ignoraba el griego lo que siglos después nos legaría Platón: la justicia no es sino la conveniencia del fuerte. El fuerte es el Psoe. El partido marca las normas como el tahúr los naipes.



En momentos como el presente, lo mejor que pueden hacer los psoecialistas de carnet en boca y guante en mano es no despegar los labios sino para decir: ya basta. El regreso a prisión del exdirector general de Trabajo no es la tapadera de la olla a presión. Javier Guerrero es el caldo de ese recipiente que arde. Las pesquisas deben centrarse en los ingredientes de la pringá y en los garbanzos negros del puchero. Y, por encima de todo, en el ejército de cocineros que elaboran el menú de corrupción de esta santa Andalucía que huele a cirio negro.



El desvío de fondos públicos, la falta de diligencia y el paso por chicuelinas de los procedimientos legales están en la base de esta mafiosa red de politicastros infames. Yo sé de algunos sanitarios que han visitado a enfermos y han cobrado durante años la dieta de visita y el plus de productividad. Y qué. Que los enfermos estaban muertos. Desde hacía tiempo. Años. Y así.



Confiemos en la montaña mágica. En esta ocasión, el escenario no es un centro para tuberculosos.



Un saludo.



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