Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA CAVERNA

Mala cosa el resentimiento. Cuando la vida conduce al fracaso, la animosidad ahoga. El fracaso es el resultado del desequilibrio de una balanza sin fiel. En un platillo, las virtudes que se creen notorias. En otro, las compensaciones, advertidas como insuficientes. La desproporción de los pesos lleva al norte del triunfo y al sur del desierto. Tan capaces y tan desgraciados, se dicen y se sienten los que envidian, y sufren, el valor  o la categoría ajenos.


Una cierta curiosidad morbosa me ha llevado, durante el pasado fin de semana, a pinchar “El Plural”, ese periódico digital que dicta don Enric Sopena. Digo dicta y digo bien. Dirigir es otra cosa. La portada de este medio constituye toda una pedagogía. Esta pedagogía excede el sentimiento de la tirria o de la antipatía. Va mucho más allá. Predica el odio. Un odio interesado. Un odio de conveniencia, como el amor vacío de algunos matrimonios. Un odio que, además de la desgracia del enemigo, tiene como meta el interés económico propio. Es el odio del botín, del trofeo, de la destrucción, del enriquecimiento del que no quiere.


A tal extremo llega el resquemor de don Enric hacia la derecha, que la página inicial de “El Plural” se dedicó en su práctica integridad al Partido Popular. Con el fin de despedazarlo, no crean que para hacer apología de Rajoy o de su grupo. Una pasada, miren. La avalancha de ataques me ha compelido a abandonar mi decisión de ir más allá en mi intención lectora. Quien puso el nombre al periódico del señor Sopena, sí sabía lo que nombraba. Cortinón de humo que oculta la herida purulenta por donde supura el medio. El Plural quiere decir, en realidad, El Singular. El Único. Sólo hay libertad de expresión si quien la practica es don Enric.

 

Qué pretende el señor Sopena. Despellejar a los populares. Con qué finalidad. No la de hacerlos desaparecer del mapa. Cantaría demasiado y olería peor. Tal vez, ningunearlos. O mejor, arrinconarlos de manera que Aznar caliente pero no queme. Y más claro: que el PSOE de su alma siga mangoneando en el patio de Monipodio para que los perros callejeros y los mendigos que, a su paso, recogen migajas, no pierdan sus miserables fuentes de supervivencia.


Mercenarios desgraciados de un poder que se vende democrático y que, en realidad, es el disfraz demoníaco de una insoportable tentación dictatorial. Todo contra el PP para que el PSOE siga disponiendo. Maravillosa visión de la objetividad. Olvida el señor Sopena que, tras el PP, hay millones de personas sencillas, honradas, buenas, entusiastas y sinceras que, en buena lid, procuran, sin ánimo de lucro o de beneficio particular, la victoria electoral de los suyos. Como las hay, en igual medida, aupando al PSOE. En esa confrontación ideológica, la inmensa mayoría del pueblo actúa por amor a y no por odio hacia. No son enemigos. Tan sólo adversarios políticos que impulsan a una formación u otra. Sin esperar dádiva o limosna alguna a cambio.


El pueblo, don Enric, se mueve en pos de horizontes limpios que pasan por tener un trabajo, construir una familia, consumir en su medida, ahorrar lo imprescindible, educar a sus hijos, contar con un buen sistema sanitario. Y esas cosas tan domésticas y tan prosaicas. Es el mundo racional. Siendo muy sensible, ese pueblo quiere satisfacer sus necesidades inmediatas. No cobran por vocear en las norias ni por gritar más fuerte que sus interlocutores. Pagan, tan buenos son, por verle ganar o perder en ese pugilato dialéctico que avergonzaría a Marx y, sobre todo, a Hegel.


De ahí la caverna, señor Sopena. Vd. y los que como usted manipulan la información con tanto descaro como ignominia, sólo ven sombras. No tienen el don del conocimiento racional. Si lo poseyeran, no querrían estar en esa caverna tan deprimente. Lo que pasa es que el maldito parné...

 

Salgan de la caverna y no atribuyan a los demás lo que a ustedes caracteriza. Caverna. Sombra. Oscuridad.


Un saludo.

0 comentarios