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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TASAS INJUSTAS

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Ya es difícil que este articulista muestre su coincidencia con la Junta de Griñán, antes de Chaves. Pues miren por dónde, manifiesto mi acuerdo con su decisión de recurrir la ley de tasas judiciales. Lo mismo lo hace para entorpecer al PP, que es lo habitual. A pesar de ese elemento subjetivo destructor que les mueve, el objeto merece la pena. Ya está bien de que los ciudadanos choquen con más fronteras económicas en su derecho de acceso a los tribunales. Ya está bien.

 

Las tasas del gallardonesco acto son miserables. Miserables al estilo Víctor Hugo y lamentables a la usanza de Zola en Germinal. Seis millones de desempleados tendrán las puertas abiertas a la justicia gratuita. Dos millones de ricos disfrutan de su imponente status económico y se permiten el lujazo de elegir el bufete más influyente del Estado. El resto, sometido al obstáculo determinante y disuasorio del dinero para litigar. Hombre, que un simple obrero despedido tenga la infeliz idea de recurrir en suplicación, le va a costar, de entrada, quinientos euros y, de salida, ni se sabe. La anunciada reducción del ochenta por ciento está por ver.

 

La tutela judicial efectiva que nos brinda la Constitución hace aguas con el mismo torrente de iniquidad que el derecho adjetivo de la igualdad. La jurisdicción laboral está sometida a la fuerza de las empresas privadas. La contenciosa ha sucumbido a los atropellos de la Administración Pública que hace hoy lo que le viene en ganas, mañana envía el expediente que le convenga y pasado encalla el litigio en la pesada máquina de la burocracia. Y encima, a pagar tasas por exigir la capacidad tuitiva de los jueces. Si las tasas no son discriminatorias, que venga Kelsen y lo diga. Especialmente en el sumidero dinerario en que nos revolvemos.

 

Menos tasas y más medios humanos y materiales. En pleno siglo veintiuno, la justicia se gestiona como dos centurias atrás. No es que marchemos como cangrejos. Es que no se avanza un metro. Faltan jueces y funcionarios. Como urge informatizar el sistema en su integridad. La Justicia ha de correr con la aceleración de Hacienda. Los tiempos deben discurrir paralelos en todas las administraciones. Es la única forma de que las garantías no se reduzcan y que el papel deje de ser el señuelo en el que picamos los que no nos enteramos de las bondades de las nuevas tecnologías.

 

La lectura del Código Civil marca, desde hace mucho tiempo, el camino a seguir. La ley se ha de aplicar conforme a las circunstancias. Y éstas aconsejan que el pueblo recabe su rol soberano. No el de las masas ávidas de sangre y fuego. El pueblo como voluntad de la ciudadanía de la nación española. El pueblo no sometido más que al imperio de la ley. El pueblo que se despierta de un sueño de decenios. El pueblo rechaza las tasas porque quiere libertad. La libertad que se nos robó durante cuarenta años.

 

Por una vez, de acuerdo con la Junta. Tasa injustas, ni una. Bastante pagamos a los políticos que no se merecen el salario que perciben.

 

Un saludo.

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