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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EXPRESIDENTES

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 La abuela da a luz y el nasciturus no trae un pan bajo el brazo. Todo lo contrario. Se lleva la nevera en pleno. En la democracia española nos la hemos apañado para que decenas de expresidentes de comunidades autónomas se lleven la pasta calentita. Multipliquen una media de tres máximos dirigentes por diecisiete y, a su vez, por una media anual de doscientos mil euros. La cifra estremece.

 

A este campo sin vallado hay que ponerle una cerca. El país no está en condiciones de soportar este despilfarro. Ni ahora con la crisis ni antes con los felices años de juerga nacional. El desatino se ha apoderado de los gobernantes y si no cogen el parné durante el ejercicio del puesto, se llevan los dividendos una vez que pasan a la reserva. A la reserva activa y bien activa. No hay economía que aguante este descosido ni sociedad que permanezca aborregada ante tamaños dislates.

 

Contra el estado actual de las cosas, la ley debe ser modificada. Un pueblo que se indigna ante la reforma laboral de los despidos injustos, que clama contra los recortes en los servicios esenciales y que maldice en voz baja a los politicastros que se lo llevan crudo, ese pueblo, digo, no puede quedarse impertérrito frente al dispendio que supone pagar tan elevados caudales a una serie de señores que han hecho de lo público su cortijo y del cortijo su herencia.

 

Y en este cajón desastroso incluyo a los expresidentes del Ejecutivo español. Se admite una recompensa proporcionada por los servicios prestados. Lo que es repudiable es una subvención vitalicia superior a la ayuda que recibe cualquier desempleado. Del cargo al oficio como del oficio se dirigieron al cargo. Velas de ida y vuelta.

 

Los expresidentes de Autonomías, a trabajar como está mandado. Con ellos, los altos cargos que siguen percibiendo prebendas como don Bono. Y si es por la edad, ya saben, la pensión de jubilaciones.

 

Un saludo.

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