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Francisco Velasco. Abogado e historiador

STOP CHANTAJE

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El próximo domingo, 25 de noviembre, las elecciones catalanas se van a convertir en algo más que una cita democrática. Un plebiscito. Un referéndum. Un respaldo personal. Un soberanismo regional. Sin embargo, por encima de todo esto, un chantaje a España a través de su Gobierno. Conforme se acerca el día de autos, Mas y Pujol, Pujol y Mas, se juegan su dinero. No su credibilidad, de la que les queda poco margen. Su dineral. Su patrimonio personal y/o familiar. Por vía de la ganancia político-empresarial, por la senda de la herencia calculada.

 

A todo esto, el Gobierno del Estado debe mostrar firmeza, ánimo, respeto y autoridad. Artur Mas sabe que la burbuja secesionista le puede explotar en plena cara, que bien dura la tiene, y convertirle el rostro en un cromo. Perdido, recurrirá a Rajoy para ofrecerle un pacto. El pacto fiscal del País Vasco, como plato de tercera mesa para que el vapuleo suponga una derrota a los puntos en vez de un k.o. fulminante. Si me tratas como al País Vasco, rebajaré la tensión independentista, declarará después de que la mayoría absoluta se quiebre y los sueños de grandeza napoleónica se esfumen. El convergente ha acumulado una fortuna que no puede engordarse lejos de la Generalitat.

 

Mariano Rajoy podrá acordar, bajo cuerda, lo que le salga del alma. Lo mismo piensa que una tregua nacionalista le va a cargar sus pilas gubernamentales. Está bien equivocado. Si acepta el chantaje, el extorsionador conseguirá en los círculos masónicos lo que las urnas le han quitado. El mundo empresaral catalán se ha posicionado con largueza antes de los comicios. Con España. No por patriotismo, que no se lo creen ni ellos. Negocio, puro negocio. El radicalismo separatista se cuantifica en unidades de concesiones del Gobierno. Que suelta la pasta, se demora la ruptura. Que no abre el grifo, se agitan los de siempre y propagan los de costumbre.

 

Artur Mas ha perdido los papeles, que no los billetes, bien custodiados. Rajoy debe dar a los ciudadanos una satisfacción moral. Ya que la economía sigue peleándose con las lajas del suelo y la sociedad se lame las llagas de los recortes, de los desahucios y del paro, que la política constitucional reverdezca. Si Pujol y Mas siguen con su vicio de pedir, Rajoy tiene la oportunidad de ejercitar la virtud de no dar.

 

Y contra el chantaje, un puchero de legalidad y un cocido de constitucionalismo. Huelen que alimentan.

 

Un saludo.

 

 

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