ESTRELLAS PARA UNA DOCENCIA
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El asunto viene de antiguo. Cada cierto tiempo, vuelve a cobrar actualidad para dar paso a la polémica. En estas fechas, se reabre el discurso a partir de la prensa del día en torno a la posibilidad de docencia del genial artista Antonio López. Veamos.
La Asociación Española de Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas quiere que artistas reconocidos, como Antonio López, puedan ejercer como docentes en las escuelas con idea de mejorar la formación de los alumnos. Bueno, pues muy bien. En principio, yo también soy partidario de esa propuesta. Eso sí, con todas las cautelas. Y comienzo con la mayor. ¿Acaso alguien lo impide? Nadie. Basta con contratarlos para que los alumnos puedan imbuirse de sus experiencias y de su sabiduría. O sea, a priori, la legislación lo permite. Lo que la normativa sí precisa es el ejercicio de la profesión y de la docencia. En ese terreno, las circunstancias aconsejan ser muy prudentes.
Muchos ciudadanos se llevarían las manos a la cabeza si conocieran que un pintor de la categoría de Antonio López no fuera catedrático de Bellas Artes de cualquier universidad renombrada porque su puesto lo ocupa por oposición un artista menor, de escaso reconocimiento, pero que ha superado el concurso establecido para ocupar dicha plaza. En este sentido, habría que preguntarse si el justamente afamado artista se ha presentado a la Oposición. Si no lo ha hecho porque no ha querido, carece de autoridad para reclamar esa distinción académica. Si se presentó y suspendió, tendrá que alegar sobre las razones de su exclusión. En cualquier caso, la ley se aprueba para todos sin excepciones.
Que sería interesante que los grandes representantes de las artes, de la cultura, de los deportes, de la ciencia, ilustraran a los alumnos de las facultades españolas con su aportación personal, por supuesto que sí. Mas dentro de los requisitos que marca la legislación. Agravios, los justos. Igualdades, las máximas. Los grandes maestros del fútbol imparten sus enseñanzas en los ámbitos desinados a este fin. Los recordmen y las recordwomen mundiales del atletismo no explican sus métodos en universidades o en institutos académicos especializados en sus materias. Sin embargo, cuando son solicitados para charlas, lo hacen con mucho gusto previo pago de sus minutas. Compositores de música clásica de prestigio universal no dan clases regladas en Conservatorio alguno.
El mundo de la enseñanza requiere algo más que categoría demostrada. Exige requisitos legales y administrativos que no pueden ni deben soslayarse. El mejor abogado penalista de España no es catedrático de Derecho ni falta que le hace, aunque no rechaza ofertas sobre conferencias acerca de materias de interés.
En cualquier caso, lo que me llama la atención de la propuesta de esta asociación es que se les coloque, de entrada, como catedrático. Como si sólo la cátedra fuera tránsito hacia la enseñanza. ¿Y la pedagogía? Conozco a docentes que son excelentes comunicadores y a docentes interinos capaces de desplegar una pedagogía superior. Del mismo modo que músicos extraordinarios son incapaces de motivar a su alumnado y que entrenadores de baloncesto se resisten a transmitir todo su saber en los clinics a los que asisten como invitados especiales.
He ahí mi posición. Antonio López sería un profesor extraordinario. No necesita el reconocimiento del puesto académico por el que suspiran otros. Lo que sí reclama es que se le pague adecuadamente. El gran Palladio no necesitó título alguno de arquitectura para diseñar su Villa Capra ni Velázquez fue catedrático de pintura en su exitosa vida. Ni falta que les importaba.
Un saludo.
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