PSOEFASCISMO
Un partido fascista busca, ante todo, el apoyo social manifestado a través del movimiento de masas. Al igual que el comunismo, el fascismo echa sus redes pescadoras en períodos de graves crisis. La burguesía es un río con meandros cuyo caudal recibe aguas de los afluentes de la izquierda y de la derecha, a convenir. Partidos, sindicatos, organizaciones sociales juegan el rol democrático. Pura imagen. Observen, por ejemplo, cómo el Rubalcaba ministro lustraba el parquet de la banca y, en cambio, el Rubalcaba candidato aplica cera a los banqueros. Cuestión de demagogia. Acto fascista por excelencia.
A las masas se las mima hasta que se cierran los colegios electorales. Durante la campaña, se anima a la ciudadanía a transformar la sociedad. A partir del escrutinio, se alaba su soberanía pero se guillotina su regia testa según el modelo Luis XVI. Los nazis eran maestros en esta bochornosa representación. Goebbels manejó con pericia los cauces de información para extraer, de entre los votantes, aquellos indignados capaces de ampliar los círculos concéntricos del descontento. A continuación, aquellos indignados formaban grupos combatientes que atentaban contra los propietarios, los capitalistas, los mercados o los judíos. Les daba igual. Su intención no era sino hacer creer que defendían los intereses de la mayoría desamparada por la clase dominante. Rubalcaba se ha travestido de líder obrero y luce su utilitario Skoda con la misma maña que Lerroux se descorbataba segundos antes de interpretar sus mítines.
Millones de españoles en paro. Cientos de miles de pequeños empresarios cierran las puertas de sus negocios famélicos. Desde tenderos de ultramarinos a comerciantes de zapatos. Funcionarios castigados por el hecho de haberse ganado una plaza en propiedad. Pensionistas pendientes de los gestos del Gobierno. Caldo de cultivo ideal para reprimir, apalizar, incendiar, violentar, torturar o asesinar. O se admite el pensamiento único o los discrepantes sufrirán los efectos de la milicia organizada. La izquierda y la derecha más extremas comparten estos esquemas. La revolución no es un medio. Es una amenaza. La represión es un instrumento idóneo para alcanzar el objetivo de mantener el poder. Los sindicatos son destruidos o se autodestruyen con interés victimario.
En Andalucía, llevamos más de treinta años de revolución psoecialista ininterrumpida. En esta espiral laberíntica que no lleva a parte alguna, Canal Sur ha tenido un papel clave. Ha lanzado mensajes de innovación tecnológica con personal que nunca abandonó el achelense. Se habla de parlamentarismo para designar el vocerío ofensor de los canes de presa del licenciado Griñán. Males y dolores sufre el cuerpo social andaluz. Aumenta el paro al ritmo en que disminuye la posibilidad de crear puestos de trabajo. Se rompe la economía y los intrusos hacen su agosto de mangoneo institucional. Yerran en sus vaticinios y hacen autoloas de estos errores. Las Consejerías de la nada culpan a lo que ha de venir del desastre propio. La mentira política toma carta de naturaleza. La exministra Calvo acusa a la excomunista Aguilar de chaquetera. La diputada Trujillo no escribe tan poco sino tampoco. El fomentador de enredos Pepe Blanco dormita. Es la historia interminable del sopor de los líderes fascistas que se dicen de izquierdas. Nos aguardan meses de tensión.
Los fascios de combatimento están prestos. Las televisiones del pesebre redoblan la calidad de sus milongas. Los sindicatos de Toxo y Méndez cercan a Aguirre. Se habla de “labase” y, en realidad, se trata de “peinase”. Fasciopsoe. Psoefascio. Se olisquea su miedo a volver al oficio que nunca tuvieron.
Un saludo.
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